Como ya expliqué, este blog había quedado pausado porque me enfrentaba a una guerra que atraviesa su cuarto año y cuyo final ni vislumbro ni vislumbraré. Esta guerra tiene como objetivo la popularización, dentro del campo de la filosofía, de procedimientos heurísticos para la creación sistemática de nuevas ideas. A lo largo de estos meses he ido enviando sucesivas oleadas de artículos a las más diversas revistas del campo. Una primera oleada la compusieron artículos de lo que podríamos llamar “creatividad pura” basada en TRIZ. En una segunda oleada se abordaron temas o bien con cajas morfológicas o bien con un procedimiento de mi creación que utilizaba tanto a estas como los protocolos de TRIZ. Intercalada con ambas existe una tercera oleada de lo que podríamos llamar “artículos divulgativos”, en los que no se muestra la utilidad de estas heurísticas sino que, simplemente, se las da a conocer. La recepción de artículos, drásticamente originales, que no se encuadran en ninguna escuela filosófica existente, que chorrean ideas nuevas por todas partes, desde su estructura hasta sus conclusiones, han generado tres tipos de respuestas por parte de las revistas de filosofía. Un número significativo de ellas se han puesto de perfil, rechazando los artículos por “tener muchos en espera” o por “carecer de revisores adecuados”. He recibido comentarios de los revisores del tipo “yo… bueno, ejem… si por lo menos estuviera escrito en inglés… pero, así, sin saber quién lo ha escrito…” La mayoría de las revisiones de rechazo mostraban respuestas viscerales, calificando el artículo en cuestión de “disparatado” en el mejor de los casos. Finalmente, en un puñado de revistas, encontré personas que se toman en serio su trabajo de divulgar las fronteras del saber y que pelean incansablemente hasta encontrar revisores que ofrezcan un juicio ponderado de lo contenido en los artículos que reciben.
Inevitablemente, en una guerra como esta, te asaltan las dudas: ¿acaso me empeño en introducir novedades en el campo más refractario a las novedades? ¿acaso me empeño en introducir novedades en el ámbito lingüístico más refractario a introducir novedades? ¿a qué comparativa hace referencia ese “más”? ¿la filosofía hispánica tiene más aversión a la creatividad que la teología hispánica, que la física hispánica, que la historiografía hispánica? ¿Qué responderían los filósofos si se les preguntase quién muestra mayor desprecio hacia las ideas nuevas que ellos? ¿responderían que todo el mundo? ¿que todo el mundo menos los artistas? ¿alguno mencionaría que en el ámbito castrense hay más creatividad que en la filosofía? Para responder a estas preguntas decidí realizar un experimento.
La hipótesis de partida consistiría en que la filosofía tiene más aversión a la novedad que otros ámbitos del saber como, por ejemplo, el ámbito militar. Para contrastarla diseñé el siguiente experimento. En primer lugar, escribir dos artículos altamente creativos, tanto a nivel de estructura como de metodología aplicada y de las ideas desarrolladas. Pertenecerían a dos ámbitos diferentes, uno de ellos a la filosofía y otro a la estrategia militar. Se enviarían a dos revistas de reconocido prestigio. Comparando la recepción de uno y otro se podría tener una idea muy clara de la tolerancia a las nuevas ideas de cada ámbito. Como metodología se eligió las cajas morfológicas. En este caso, la caja morfológica se utilizaría para analizar un concepto del mundo de la estrategia militar y otro del mundo de la filosofía. El empleo de cajas morfológicas para el análisis de conceptos solo posee un precedente, el análisis del concepto de propiedad emergente por parte de Tom Ritchey en 2014. Para el presente experimento se eligió el concepto de “guerra híbrida” del mundo de la estrategia militar y el propio concepto de filosofía.
En la caja morfológica de la filosofía se utilizaron un centenar de definiciones extraídas mayoritariamente de diccionarios de filosofía al uso. No había nada así para el concepto de guerra híbrida, de modo que se recurrió a cerca de 80 artículos y libros sobre la materia. Estructuralmente, los epígrafes de uno calcarían los del otro. Se renunció a dar ninguna definición nueva de “guerra híbrida” porque el análisis de dicho concepto lo desveló como absolutamente problemático, con lo que no tenía sentido prolongar la cadena de sus definiciones. Por contra, una parte significativa del artículo de filosofía consistió en proporcionar una docena de nuevas definiciones de filosofía. Mientras que la revista de estrategia imponía un límite temporal para la entrega de originales, nada así había para la revista de filosofía, de modo que procedí a redactar en primer lugar la caja morfológica del concepto de guerra híbrida, artículo enviado en octubre de 2023 y aceptado para su publicación en enero de 2024 por la Revista del Instituto Español de Estudios Estratégicos vinculada al Ministerio de Defensa. En esta tesitura, decidí sesgar el experimento. La carta de presentación del artículo de filosofía incluiría ya una cita expresa a ese artículo, de modo que el equipo de redacción de la revista de filosofía seleccionada habría quedado preavisado de que la aplicación de esta nueva metodología en lo que se refiere al análisis de conceptos había recibido el visto bueno en otro ámbito del saber. El 10 de octubre de 2024 envié la caja morfológica de la filosofía a cierta prestigiosa revista vinculada a la Universidad Complutense de Madrid. Nueve días después recibí un e-mail estándar en el que se rechazaba hasta la posibilidad de someterlo a revisión por "no ajustarse a los intereses de nuestra revista". Dicho de otro modo, la creatividad, la incorporación de nuevas metodologías, la novedad, no le interesa a esta revista de filosofía. No forma parte de los intereses de la filosofía española dar voz a las nuevas ideas.
Desde luego, pude dar el experimento por concluido. Para el 19 de octubre de 2024 no solo había quedado claro que el mundo de la estrategia militar en España acoge con mucho mejor ánimo las nuevas propuestas que el mundo de la filosofía española, sino que yo ya sabía también que esa acogida se extendía a los lectores de ese ámbito, pues mi artículo sobre la guerra híbrida caminaba por entonces hacia las 200 descargas con paso firme (de las cuales solo dos había efectuado yo). Sin embargo, quedaban algunos cabos sueltos. Al fin y al cabo, dejar patente que la facultad de filosofía de la Universidad Complutense tiene aversión a las nuevas ideas no requería tanto esfuerzo. Además, me lo habían dicho muy claro, pero el experimento se diseñó para averiguar cómo de alto podía llegar a gritar el mundo de la filosofía cuando se lo confronta con nuevas ideas y ese dato no lo tenía. En mi poder se hallaban los comentarios que me enviaron los revisores de la revista de estrategia y el experimento se diseñó para contrastarlos con los comentarios de revisores procedentes del mundo de la filosofía. Decidí, en consecuencia, prolongar el experimento. Mi primer escrito sobre la aplicación de heurísticas a nuevos campos versó sobre temáticas de seguridad. A resultas de él recibí una invitación de la Universidad Militar Nueva Granada en Bogotá para participar en un coloquio. Por tanto, elegí una revista colombiana para proseguir mi experimento. Y aquí sí, obtuve las revisiones que iba buscando.