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domingo, 6 de abril de 2014

Aguirre y la cólera del pueblo

   Érase una vez una de esas repúblicas surgidas tras la desintegración del bloque comunista. Había en ella un bonito lago cerrado en exclusiva para el uso y disfrute de los prohombres de la patria, hasta que un ciudadano como Ud. y como yo tuvo la desfachatez de profanarlo bañándose en él. Lleno de justa indignación al ver sus privilegios pisoteados, cierto diputado tomó el arma a la que le daba derecho la ley, se plantó en la casa del profanador y le descerrajó cuatro tiros delante de su mujer y de sus hijos. Después, algo más calmado, se subió a su vehículo de lujo y se marchó. Cuando la noticia apareció en la prensa europea, la policía aún no había acudido a la humilde mansión del diputado para arrestarlo. Aunque le perdí la pista a la noticia, es probable que la polvareda que se levantó lo condenara a abandonar el parlamento y a pasarse el resto de su vida recluido en alguna empresa energética como director general.
   En España no ocurren tales cosas. Por algo somos un Estado de Derecho, es decir, aquí, al que osa atentar contra los privilegios de la clase política, lo juzgan. Es lo que está ocurriendo actualmente con un grupo de ciudadanos que intentaron rodear el Parlament de Cataluña el 15 de junio de 2011. Hemos podido ver a diputados autonómicos, al borde de las lágrimas, recordando cómo fueron amenazados de muerte por sus votantes (al parecer le dijeron: “vamos a acabar con tus privilegios”) y al futuro padre de la patria, Don Arturito Mas, explicando hasta qué punto se sintió coaccionado cuando tuvo que oír la voz de ese pueblo al que tanto dice amar. Paralelamente dos personas han muerto al ser arrestadas por los mossos d’escuadra, incidentes que ya tenían un precedente hace unos meses. Se abrirá una investigación y, probablemente, se concluirá que los mossos actuaron debidamente. No es una coincidencia, es una advertencia. Advertencia de que el futuro Estado catalán será independiente y será una república, lo que no será es más libre. Las cartas, los cargos y, sobre todo, los fantásticos 16.000 millones de euros que brotarán de las piedras con la independencia, están ya repartidos y cualquiera que ose levantar la voz para denunciar el gigantesco amaño que se está preparando será, primero, acusado de agente español infiltrado y, posteriormente, puesto a disposición de los mossos d’escuadra para que “actúen debidamente” con él.
   La pugna entre Madrid y Barcelona, como la que hubo entre Castilla y Aragón, nunca fue una pugna acerca del modelo de Estado, sino una pugna acerca que quién iba a manejar el cotarro. Ha sido en Madrid en donde una pobre anciana detuvo su vehículo en pleno carril bus para ir a sacar dinero de un cajero. La pobre mujer observó cómo unos policías locales se acercaban a ella en la violenta disposición de ponerle una multa. Multa que, por otra parte, podía ascender a doscientos euros. La pobre anciana de la que hablamos apenas si cobra una mísera pensión de ex-presidenta de la Comunidad Autónoma y malvive con ella y con los ahorros que ha podido ir juntando tras su esforzado trabajo como presidenta del Senado, Ministra y otras duras labores semejantes. La cuantía de la multa implicaba para ella, pues, penurias sin cuento hasta final de mes. Aterrorizada, se metió en su vehículo y se dio a la fuga, no sin antes golpear la moto de uno de los policías, tan mal aparcada que no le permitía huir sin hacer maniobras. En su fuga, se le aproximó otro coche de policía desde el que le dirigieron feroces insultos machistas, sexistas y clasistas, tales como: “Señora, haga el favor de parar”. Al fin, llegó a su humilde morada, entró en su humilde garaje y envió a su humilde escolta pagada por todos nosotros (no olvidemos que esta señora, como todos los que ostentan el título de grande de España, es muy humilde) a negociar con los policías revolucionarios que la acosaban con la intención, entre otras bajezas, según declaró nuestra protagonista, de hacerle una fotografía vejatoria en la que se la viese cumpliendo con su deber de ciudadana. La pobre ancianita de la que hablamos se llama Esperanza Aguirre, es presidenta del PP en Madrid y, a poco que los jueces la dejen en paz, puede llegar a ser candidata a la presidencia del gobierno. Ese día, que se atengan a las consecuencias los que se atrevan a profanar alguno de los muy privilegiados clubes a los que tienen derecho los políticos españoles.

domingo, 2 de diciembre de 2012

(e)Lecciones catalanas (1)


En el comienzo de esta crisis, un amigo me comentó que se nos venía encima una nueva oleada nacionalista. Yo le respondí que los nacionalismos se exacerban al olor del dinero y que, cuando las arcas están vacías, todo el mundo piensa en su bolsillo, no en su país. Craso error por mi parte. Obvié algo que nunca hay que subestimar: la estupidez del género humano, particularmente si de políticos se trata. El Sr. Arturo Mas, desde el helicóptero en el que llegó al Parlament huyendo de la ira popular, alcanzó a vislumbrar un nuevo miembro de la Unión Europea que estaba, ahí, al alcance de la mano. Creyó que usando la bandera catalana como capote, la ciudadanía olvidaría su política ultraliberal, el desmantelamiento del estado del bienestar, la  infinidad de vueltas de tuerca aplicadas a la sanidad, a la educación, a las ayudas sociales, que han permitido que Cataluña siga siendo un modelo, pero, ahora, de lo que jamás se debe hacer con una sociedad pujante. Quiso hacer creer don Arturo que cerrando ciento veinte hospitales más para abrir las ciento veinte embajadas nuevas que harían falta, ipso facto, del erial en que ha convertido Cataluña, se alzarían las doradas torres de Camelot.
Tuve la suerte de visitar Barcelona cuando era joven y he conocido un puñado de catalanes por esos mundos de Dios. En ningún momento me dieron la impresión de ser lo suficientemente tontos como para seguir a don Arturo en su viaje hasta la majestad. Los resultados de las elecciones lo han dejado claro. El viraje hacia el monte ha hecho que CiU perdiera 12 escaños. Don Arturo pasará a la historia como el primer político que, teniendo una mayoría holgada, disuelve el parlamento a mitad de legislatura para obtener unos resultados peores. Más de uno debe haber empezado ya a afilar los cuchillos en su partido. ERC se acerca a su tope histórico, pero con un mensaje que debería haberle quedado nítido: no tiene una base electoral propia. Vive de lo que pierden los demás y sus futuras subidas o bajadas dependerán del devenir de los otros partidos, no de lo que ellos mismos hagan. El PP gana un escaño, mostrando que, cuando un nacionalismo periférico se agita, el nacionalismo español también sale beneficiado. El PSC se acerca a la debacle, logro imputable a ser el partido que más tiempo lleva jugando a la historia de la independencia (del PSOE). Y, por supuesto, los grandes triunfadores, los partidos minoritarios de nuevo cuño, ajenos a los grandes bloques, sean independentistas o no, Ciutadans y CUP.  Ahora, hagan cuentas, señores.
Para empezar, los partidos independentistas son un 47% del  Parlament y ello pese a la enorme movilización. El resto de partidos está a dos puntos porcentuales de ellos. Ya me dirán qué ansias de independencia nacional reflejan estos resultados. Por otra parte, Don Arturo, como buen político, estará dispuesto a hacer cualquier cosa, salvo reconocer que se ha equivocado. Hablará de derecho a decidir, de tarea histórica, de la necesidad de estar unidos frente a los ataques de Madrid y otras zarandajas para garantizarse la investidura. ERC hubiese hecho bien en decirle que deje las palabras y hable de cifras, es decir, de cuántas Consellerías les va a dar. Habrá que ver las caras de los chicos de Unió Democràtica cuando se enteren de los términos en los que se está negociando con los republicanos (más afilar cuchillos). El problema es que hay un elemento en esta negociación que no habrá manera de cuadrar: los recortes. Ya lo he dicho, ERC no vive de votos propios, por tanto, no apoyará nuevos recortes. Gobernar, es decir, recortar, le exigirá a CiU, más pronto que tarde, un pacto muy claro, para alivio de esa Unió que tanto tiene en común con el gobierno o, por lo menos, con su ministro de justicia. Ese pacto se convierte en el único posible si seguimos otro razonamiento. No creo que Don Arturo sea lo suficientemente tonto como para no darse cuenta de que el futuro de su partido y, en especial, de su cuello, pasa por llevar a CiU a hacer lo que ha hecho siempre, esto es, gobernar en Cataluña e influir en Madrid.  ¿Adivinan de qué pacto estoy hablando? La otra parte del mismo ya ha dicho lo que quiere: “no pactaremos con Mas”, aseguran en el PP. El mensaje está claro, si CiU quiere un pacto para gobernar en Cataluña e influir en Madrid, tendrá que quitar de en medio a Mas. Don Arturo se investirá nacionalista, pero cuando los rigores del invierno pasen, con la llegada de la primavera, que la sangre altera, o puede que con los calores del verano, descubrirá que ERC no es un socio fiable... que las circunstancias exigen un cambio de rumbo... que Europa pide un acuerdo histórico para hacer Cataluña gobernable... y al final, al final, volveremos al principio, que es lo que Mas y Rajoy pactaron, tácita o explícitamente, en su ya famosa entrevista.

domingo, 28 de octubre de 2012

Emotional rescue



   Dicen que es fácil reconocer a un gallego porque es esa persona que nunca se sabe si sube o baja una escalera. La verdad es que los gallegos que he tenido la oportunidad de conocer en esta vida no respondían para nada a esta descripción. Sin embargo, todo es ver a nuestro queridísimo y amadísimo Sr. Presidente de gobierno D. Nanniano Rajoy y es que se me viene a la cabeza el tópico. A ver, ¿cuánto tiempo llevamos ya al borde del rescate? Si es que yo ya ni me acuerdo cómo era este país antes de que todo el mundo lo diese por rescatado. ¿Cuánto tiempo más vamos a estar paseándonos por el fondo de un precipicio fingiendo que todavía estamos en el borde? Como esto siga así, al final tendrá que haber no sólo un rescate financiero sino, también, como decía la canción, un rescate emocional, porque vamos a terminar todos con los nervios destrozados.
   El rescate tenía que haber sido solicitado hace un año y si hace un año no se pudo hacer, hace seis meses y si hace seis meses no se pudo hacer, hace tres... Era una cosa de antes de ayer, no del año que viene. Cuanto más tardemos en pedir un rescate, mayor será su coste, peores las condiciones y menor el margen de maniobra. Argumenta el gobierno que no hay que precipitarse porque sería peor tener que pedir un rescate un mes después de haber pedido el primero. Como demuestran el caso de Grecia y de Portugal, la sucesión de rescates es una consecuencia de la posibilidad de un gobierno de negarse a ciertas imposiciones y no de lo bien que se cuenten los céntimos que faltan. Por eso, cuanto menos se tarde en pedir el rescate, mayor será el margen de maniobra y menos probable la necesidad de pedir otro. Aún más, el rescate que se pida debe ser cualquier cosa menos ajustado a las necesidades del país. Hay que hacer un cálculo por lo alto y, una vez establecido, solicitar el doble. En la situación en la cual nos hallamos, lo que realmente desatará el pánico de los mercados sería una demanda de ayuda a la baja o, dicho de otro modo, sería precisamente esa solicitud a la baja la que desataría la necesidad de pedir otro rescate. Curiosamente, nos hallamos de nuevo en un punto sobre el que ya he insistido con frecuencia, el que nos desbarranquemos o no es responsabilidad exclusiva de nuestros políticos, con independencia de cuáles sean las cifras macroeconómicas. Y, precisamente aquí es donde está el mayor riesgo que corremos en este momento.
   El próximo mes de septiembre se celebran elecciones en Alemania. Según todos los sondeos, la CDU de Merkel y el SPD, la socialdemocracia, están virtualmente empatados. Si, efectivamente, estas encuestas reflejaran el resultado final, los grandes perdedores serían los liberales del FDP, que han hecho de su euroescepticismo el banderín de enganche para sus electores. Una coalición entre los dos grandes partidos para formar gobierno, única posibilidad con estos números en la mano, llevaría, probablemente, a que los socialdemócratas dejaran la Cancillería y el Ministerio de economía en las mismas manos en que se encuentran. Dicho en plata, Merkel y Schäuble cuentan con estar cuatro años más en la poltrona. Por tanto, están muy interesados en que las cosas, de aquí a septiembre, se muevan lo menos posible y todo esté en calma. Recordemos, Alemania es la gran beneficiada con la situación actual de los países del Sur más Irlanda. ¿También le conviene a éstos que todo esté en calma y apaciguado? ¿cómo puede interesarle al que sale beneficiado y a los perjudicados el mismo estado de cosas? ¿de verdad alguien piensa en el gobierno español que si le facilitan la reelección a Dña. Angelota, ésta nos lo va a agradecer aflojando la soga?
   Si faltan once meses hasta las elecciones alemanas, hay que lanzar once bombas, una tras otra, hasta que la Sra. Merkel pierda de una vez la calma y pida una tregua que vaya más allá de su reelección. ¿Cómo? Lo acabo de decir, para empezar, solicitar una ayuda que rompa todas las previsiones. Al mes siguiente recordar que el rescate no tiene por qué venir de la Unión Europea, el FMI también tiene fondos y los ha puesto a nuestra disposición (por cierto, aunque ninguna de las dos sea mi tipo, entre que te flagele Madame Lagarde y lo haga Frau Merkel, es que no hay color). Al siguiente mes declarar que las condiciones impuestas por el FMI tampoco nos satisfacen, así que vamos a imponer una quita a todos los deudores extranjeros (me imagino la cara de los banqueros alemanes leyendo la noticia en la Bild Zeitung). Al siguiente mes afirmar que, debido a nuestra situación económica y para clarificar los trámites en caso de que Cataluña se independice, nos salimos de la UE. Y al siguiente mes, decir que bueno, que a lo mejor con un 80% del rescate que inicialmente se pidió, igual teníamos para pagar lo que debemos y otra vuelta a la matraca. Para entonces el electorado alemán estaría en un estado tal de efervescencia que más de uno sacaría la bandera blanca. Pero, claro, para hacer todo eso necesitaríamos que nos gobernase alguien con pinta de ser tan tonto como para cumplir sus faroles (por ejemplo, su Majestad Arturo Mas) y no alguien que nos cante:

"¿Acaso no sabes que las promesas nunca fueron hechas para ser cumplidas?
Igual que la noche se disuelve en el sueño
Seré tu salvador, firme y auténtico
Acudiré a tu rescate emocional
Acudiré a tu rescate emocional"
(Rolling Stones, Emotional rescue)