Voy a presentar a continuación dos relatos de lo que ha venido sucediendo en los Estados Unidos en las últimas semanas. En uno de ellos describo hechos o, al menos, lo más cercano a los hechos que puede presentar un relato. En el otro hay, casi exclusivamente, interpretaciones. Ud. puede elegir libremente considerar que el uno o el otro se acerca más a la realidad. Eso sí, si Ud. defiende que “no hay hechos, sólo hay interpretaciones”, entonces debe considerar que los dos relatos son equiparables y que no hay nada en el uno que falte en el otro. Si, por el contrario, sostiene que no hay nada en semejante afirmación que le lleve a esta disyuntiva, entonces no se moleste en seguir leyendo, porque aquí defendemos que la filosofía no es un jueguecito para entretener en los días de lluvia, sino algo que entronca directamente con la realidad.
Relato 1:
El pasado 3 de noviembre se celebraron elecciones en los EEUU. El Partido Demócrata argumentó que, dada la pandemia que sacudía al país, debían evitarse las aglomeraciones en los colegios electorales, votando por correo. Norma general de las instituciones que organizan elecciones consiste en facilitar, dentro de los márgenes legales, cualquier sistema que permita que los votos de los electores lleguen a las urnas. El Partido Republicano presentó demandas en diferentes Estados para que el recuento de los votos emitidos por correo se produjese después del recuento de votos en urnas. La práctica totalidad de estudios sociológicos y políticos, señalan que una amplia participación preconiza el triunfo de las formaciones más a la izquierda del arco político. La noche del recuento, las primeras proyecciones dieron la victoria al presidente Trump. El candidato demócrata señaló que la mayor parte de sus votos se hallaban en las sacas de correos, pidió fe a sus seguidores y dijo que se hallaban camino de la victoria. Pocas horas después, el recuento daba un vuelco en Michigan, donde el candidato demócrata se ponía en cabeza. El presidente Trump, que venía alertando de que podía existir fraude en estas elecciones, clamó contra esos resultados y puso en marcha a sus abogados para que presentaran alegaciones en dicho Estado. Horas después sucedía lo mismo en Wisconsin, en un anticipo de lo que ocurriría en Arizona, Pennsylvania y Georgia, mientras las denuncias de fraude crecían entre los partidarios del presidente Trump. Para entonces, ya habían iniciado una campaña de presión bajo el eslogan “dejad de contar votos”. Las declaraciones del presidente Trump en ese momento resultaban compatibles con la idea de que debían considerarse ilegales todos los votos emitidos por correo e insistían en un fraude generalizado. Sus abogados en Arizona dijeron que en ese Estado no había habido fraude, sino errores en la emisión de voto por culpa de unos dispositivos mal configurados. El abogado personal del presidente, Rudy Giuliani, admitió ante las cámaras de televisión que no podían reclamar los resultados en cinco Estados. De hecho, las denuncias sobre lo sucedido en Michigan, Wisconsin y Arizona abandonaron rápidamente los discursos de los seguidores de Trump para centrarse en Pennsylvania y Georgia. En esos Estados, Trump afirmaba que no se habían contado “millones” de sus votos. Giuliani hablaba de 350.000 votos favorables al presidente sin contar en Pennsylvania mientras que miembros de su campaña electoral citaban la cifra de 682.000 votos. No constan explicaciones de esa disparidad de cifras. Una vez terminado el recuento, los abogados republicanos pidieron un nuevo recuento que se efectuó en varios Estados arrojando cifras semejantes a las iniciales. Los partidarios del presidente consideraron tal resultado “lógico” teniendo en cuenta que se habían vuelto a contar los votos “ilegales”. No se ofrecieron explicaciones de por qué, entonces, se había pedido un recuento. En ese momento, el presidente y sus seguidores habían iniciado una campaña de presión bajo el eslogan “seguid contando”.
En total, los abogados de la campaña de Trump han presentado 61 denuncias en los tribunales, incluyendo una en el Tribunal Supremo. Pese a la diversidad ideológica de los jueces que las acogieron, no se admitió ninguna a trámite. Esto no significa que haya habido sentencias en su contra, significa que 61 tribunales han considerado que las denuncias carecían de fundamento alguno para iniciar los trámites conducentes a un juicio. En el caso del Tribunal Supremo, todos sus miembros, varios de ellos nombrados por el propio Trump, votaron en contra de su admisión salvo dos. Hago aquí un inciso para señalar que en EEUU se vota en la misma papeleta a la presidencia y a los miembros de las distintas cámaras de representantes. Pese a ello, toda la cuestión se ha centrado en las elecciones presidenciales, ningún miembro de las cámaras de representantes ha presentado alegación alguna referente a las otras elecciones. En el mes de diciembre, el presidente Trump inició una campaña de presión sobre los miembros republicanos de las cámaras de Arizona, Pennsylvania y Georgia para que revirtiesen los resultados certificados por los organismos encargados del recuento de votos. Pese a las “abrumadoras pruebas de fraude” en posesión del presidente, ninguna de estas gestiones logró su objetivo. Una vez refrendados los resultados por las diferentes cámaras estatales, la presión pasó a ejercerse sobre los encargados de llevar los votos hasta el colegio electoral. Campaña esta igualmente fracasada. Por entonces el presidente Trump ya había advertido, vía Twitter, que iban a ocurrir muchas cosas antes del 20 de enero. En diciembre, numerosos líderes republicanos comenzaron a reconocer la victoria de Biden en las elecciones, así como el carácter legítimo de los resultados de las mismas. En esta lista hay que incluir a varios integrantes de la administración Trump, la mayor parte de los cuales acabarían cesados unos días después de estos reconocimientos. Desde entonces hasta el día 6 de enero, se sucedieron las declaraciones del presidente acusando a los demócratas de haber “robado” las elecciones. Estas declaraciones resonaron entre sus partidarios en forma de proclamas para tomar las armas y marchar sobre Washington, algo de lo que queda constancia en diferentes redes sociales.
El día 2 de enero se filtra una grabación en la que el presidente Trump pide a un responsable del proceso electoral en Georgia que le “encuentre” los votos que necesita para ganar en dicho Estado y que diga a la opinión pública que se han vuelto a calcular las cifras. En dicha conversación no se mencionan votos perdidos, ni sin contar. El 5 de enero el vicepresidente Mike Pence, hace pública su negativa a obedecer la orden de Trump de que le dé como ganador en las elecciones en el acto que tendrá lugar al día siguiente, el 6 de enero. Ese día, en un acto meramente protocolario, las cámaras se reúnen para recontar los votos electorales y proclamar al próximo presidente. Coincidiendo con el inicio de la sesión, el presidente se dirige a una multitud de sus seguidores reunidos en la capital, para reiterar su denuncia de que les han robado las elecciones y los conmina a marchar hacia el Capitolio. En varios momentos de ese discurso se utilizan términos compatibles con usar la fuerza. Sus seguidores se concentran ante el Capitolio e irrumpen en sus instalaciones, allanando despachos, las propias cámaras y produciendo destrozos varios. Las identidad de las personas que quedan registradas en varias grabaciones de estos hechos, así como de las víctimas, coinciden con las fotos y los historiales difundidos por el FBI y los medios de comunicación de partidarios de Trump, miembros de grupos supremacistas y denunciantes de conspiraciones. Varios testimonios señalan que los asesores del presidente insistieron para que pidiese a sus seguidores salir de Capitolio, negándose éste a hacerlo. El Pentágono, en comunicación con el vicepresidente, acuerda enviar a la capital a la Guardia Nacional sin pedir u obtener permiso del presidente. Cuando las tropas ya se hallan en camino, el presidente hace una alocución pública en la que llama “gente muy especial” y personas “a las que amamos” a quienes en ese momento se hallan en los alrededores y dentro del Capitolio, pidiéndoles que vuelvan a sus casas y que no olviden ese día. Han muerto cinco personas y hay un número indeterminado de heridos.
Relato 2:
El día 3 de noviembre se celebraron elecciones en los EEUU. El hecho de que Joe Biden ganara en Estados como Arizona y Georgia debe interpretarse como una demostración clara de que dichas elecciones fueron fraudulentas. El que en EEUU haya que inscribirse en el censo electoral mostrando un documento identificativo, haya que volver a presentar el mismo documento a la hora de pedir el voto por correo y haya que volver a presentarlo a la hora de emitirlo, no representa un obstáculo para que pueden votar personas muertas o marcianos, como afirmó Rudy Giuliani. Existen además numerosos testimonios de fraude. Tenemos, por ejemplo, el caso de una señora que declaró ante un panel de congresistas y que afirmó haber visto camiones de comida vacíos, síntoma inequívoco de que estos camiones se utilizaron para transportar votos desde otros Estados. Además, cuando uno de los congresistas la preguntó cómo es que no había ningún descuadre de cifras entre los votos a la presidencia y los votos a las diferentes cámaras, ella afirmó que sabía muy bien lo que había visto, lo cual la convierte en símbolo del americano medio, de aplastante honestidad. Hay también el testimonio de un empleado de una empresa de transportes que afirmó que los miembros del servicio postal de New Jersey lo contrataron para llevar dos millones de votos a Pennsylvania y que, al bajarse un momento de su camión, se lo robaron, lo cual muestra claramente que dos millones de votos pasaron de las urnas de New Jersey a las de Pennsylvania. Por tanto, todas las presiones realizadas por el presidente Trump para forzar las leyes existentes a favor de su nombramiento deben interpretarse como intentos de este gran hombre por luchar, absolutamente solo, a pecho descubierto, desde el despacho oval, contra una conspiración que incluye a los medios de comunicación, los funcionarios nombrados por él mismo, la mayor parte del Partido Republicano y los integrantes del sistema postal norteamericano. El día 6 de enero, integrantes de Black Live Matter y Antifa, se infiltraron en la concentración de partidarios del presidente, invitándolos a asaltar el Capitolio, pues los partidarios de Trump son personas de ley y orden, así que cualquier transgresión de la ley debe interpretarse como una manipulación de los demócratas y sus adláteres.. El que no haya prueba alguna de esta intervención debe interpretarse como la demostración palpable de que estas pruebas han sido deliberadamente borradas o ignoradas por los medios de comunicación y el FBI que, a estas alturas, forma parte también de la conspiración contra el presidente. En cuanto a éste, en el espíritu de sus sucesivas apariciones durante el día 6 se halla una condena tajante de lo sucedido en el Capitolio, todo lo cual fue completa y absolutamente en contra de lo que, por sus actos y palabras, podemos interpretar como sus deseos. Su último mensaje, reconociendo la derrota electoral y comprometiéndose a colaborar en una transición pacífica, simboliza, desgraciadamente, que el propio presidente ha sido secuestrado por los conspiradores y sustituido por un doble.
Ya puede elegir.
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