Poca gente, si acaso alguien, lee los programas electorales. Ni siquiera los encargados de redactarlos se los toman en serio. Sin embargo, el eslogan que cada partido elige es algo que todos conocen, aquello que, junto con la foto del líder, va a llegar a todos. Quizás por eso los eslóganes reflejan mucho de la mentalidad, del inconsciente colectivo, que reina en un partido, muestra bien a las claras lo que ese partido teme o el modo en que piensan que los ven los demás. En esta campaña navideña, está claro que en muchos partidos existe la idea de que España es un problema. Al menos cuatro formaciones coinciden en ello.
Comenzaremos por un partido al que muchos auguraban, apenas hace dos años, una gran victoria en estas elecciones, UPyD. Sí, hay un partido que se llama UPyD, ¿ya no se acuerdan? Para ellos, España no es un problema, es la solución a la que esperan aferrarse. “Más España”, dicen, parafraseando la famosa frase de Groucho Marx, “más madera, es la guerra”, mientras arrojaba a la caldera de la locomotora la estructura entera del tren. Mucho me temo que éstos, como los hermanos Marx, también van a llegar a la estación en el chasis.
IU ha visto tanta gente de su coalición marcharse a otra parte, que tiene muy presente la idea de la emigración, de hecho, parece recomendárnosla a todos. “Por un nuevo país”, anuncian, dejando libremente a sus seguidores elegir el país en el que van a terminar después de que el que sacó la pajita más corta haya apagado la luz. También a Podemos le preocupa lo del país. Me encanta este partido. Cuando comenzaron los recortes, la guardia civil dejó de poner multas y la policía dejaba pasar los contenedores en los puertos sin abrirlos ni por casualidad, pero la casta universitaria no podía dejar de enseñar... casi nunca lo había hecho. Urdieron, pues, una trama mucho más astuta. Enseñaron a sus cachorros las trizas en las que había quedado convertido el paraíso para, después, quitarles el bozal. Así nació Podemos, la venganza de una casta contra otra. Dicen que su dinero procede de Venezuela, de Bolivia y es verdad, pero desde la victoria de Lula da Silva, nada se mueve en la izquierda iberoamericana sin el conocimiento, el beneplácito o la financiación de cierta entidad cántabra.
Si se han fijado, el verbo poder es el más ambiguo que existe en el diccionario. “Yo no puedo volar” puede significar que no tengo alas para volar, que me han retirado el permiso de vuelo, que estoy demasiado borracho para coger el avión de línea que ha de llevarme a un destino, que tengo mi avión averiado, que estoy en un aeropuerto cerrado al tráfico aéreo, etc. etc. Hacer del verbo “poder” el nombre de una formación política es toda una declaración de intenciones, de intenciones ambiguas. Fracturados como están por mil corrientes, nada mejor que hacer un lema de campaña al que pudiera dársele tantas vueltas como al cubo de Rubrik sin llegar nunca a resolverlo: “un país, contigo, podemos”. Sin duda es un ejemplo de la destreza sintáctica que menudea en nuestras universidades. En esas pancartas tan bien impresas, tan minuciosamente diseñadas para que parezcan las improvisadas sábanas de un vecino entusiasta, puede leerse, sin embargo, otra cosa: “un país, podemos, contigo”. También podría ser “un contigo, podemos, país” o “un podemos, país, contigo”, aunque todos sospechan que lo que realmente quieren decir es: “podemos contigo, país”.
De todos modos, el mejor eslogan de esta campaña y, en mi opinión, de hace tres o cuatro elecciones es el de nuestro queridísssssssssssssimo y amadísssssssssssssimo Sr. presidente del gobierno, Don Tancredo. Han seguido la máxima del márketing de guerrilla que dice que una empresa dominante debe atacarse a sí misma continuamente. Dicho y hecho, “España, en serio”, puede leerse en las pancartas en las que se ve a un Mariano Rajoy que, de tanto hacer el Tancredo, ha aprendido a posar. “Estos sí que son serios y no los del gobierno, que son unos papanatas”, pretenden que piense el elector sin reparar en que estos que ahora se presentan tan serios son los que mataron un perro para impedir la propagación del ébola en España, los que estrangularon a la población para que los bancos no lo pasaran mal y los que quisieron convencernos a todos de que a Francia les habían ofrecido tropas para "Parí", no para Malí. “España, en serio”, resume lo que muchos españoles piensan de ellos y es que, en medio de una serie de crisis a cual más preocupante, se han dedicado al jolgorio y el cachondeo aunque, eso sí, ahora prometen ser serios de verdad. El caso es que el márketing de guerrilla funciona tan bien, o los electores están tan despistados al tener la desproporcionada cifra de cuatro opciones políticas entre las que elegir, que todas las encuestan aseguran que tendrán, la oportunidad de hacer algo serio. Miedo me dan.
Por fin, quedan las formaciones que, cansadas de mirar a España, miran su precioso ombligo. Nada diferente viene haciendo el PSOE desde la primera vez que Felipe González perdió votos en unas elecciones. “Un futuro para la mayoría” es lo que dicen buscar estos herederos de Pablo Iglesias quien, de vivir hoy, se habría dejado coleta y estaría con sus rivales políticos. El PSOE sigue siendo un partido enorme, con una enorme masa de afiliados y una masa no menos enorme de cargos, ex-cargos y aspirantes a un cargo. De su futuro es del que habla el eslogan, los socialistas reclaman un futuro para la mayoría de esos que tan bien han estado viviendo hasta ahora a costa del erario público. Veremos qué ocurre si los resultados de estas elecciones los condenan a la pensión media que cobra un español.
Dicen que Artur Mas podría darle un beso a tornillo a Mariano Rajoy la próxima vez que lo vea y es que ha tenido varias noches seguidas la pesadilla de que Albert Rivera ganaba las elecciones. Este buen muchacho y sus ciudadanos han logrado captar la atención del electorado más joven, colocarse muy cerca de la cabeza en las encuestas durante algún tiempo y, todavía mejor, ser catalogados como una partido de centro/centro-izquierda, cuando muchas de sus propuestas, territoriales, sobre violencia de género o sobre el aborto, por citar algunas, están realmente, más a la derecha que las propias del PP. “Vota con ilusión”, exigen, porque está claro que hay que vivir en una ilusión para votarles.
Pues, la verdad, si romper el bipartidismo era esto, tampoco es que hayamos avanzado tanto.