El martes, es decir, el primer martes después del primer lunes de noviembre, como marca la tradición, será elegido el próximo gobernador del mundo por tres o cuatro años. Digo por tres o por cuatro años, porque si resulta reelegido Obama, siguiendo otra tradición, nadie le hará ni puñetero caso durante el último año de su mandato (dado que no puede ser elegido otra vez). En estas elecciones, los norteamericanos deberán optar entre un mormón y un negro. Alguien que no conozca demasiado la historia norteamericana las considerará unas elecciones con un resultado fácilmente previsible porque el negro, como en todas las series y películas, tiene que ser el primero en caer. En realidad, la cuestión es peliaguda. Optar entre Romney y Obama es algo así como elegir entre Zapatero (o Rubalcaba) y Rajoy, es decir, de ilusión nada de nada.
Como decimos, Mitt Romney es mormón. En España eso suena a jóvenes altos y rubios, con impecables camisas blancas, que recorren la geografía peninsular sin ceder jamás el asiento en el autobús ni a las embarazadas. El hecho de que sólo vengan varones y que hayan conseguido con tanta facilidad permiso para construir un centro de culto nada más y nada menos que en el sevillanísimo barrio de la Macarena (nombre, por lo demás de una popular virgen), les da ya un cierto toque inquietante. A este respecto hay que recordar que los musulmanes siguen esperando permiso para hacer una mezquita en el mucho más periférico barrio de los bermejales.
Pero si de verdad quieren que se les pongan los pelos de punta, busquen información acerca de la vida cotidiana en el Estado mormón por excelencia, Utah. La fachada es impecable: la menor tasa de delincuencia de los EEUU, parques y bosques a dos pasos de cualquier lado, leyes para regularizar a los inmigrantes ilegales... Tras la fachada las cosas cambian ligeramente. Si Ud. no es mormón y no tiene la menor intención de serlo, hará bien en visitar el consejo mormón de su localidad e informarles de ello. De lo contrario, sus compañeros de trabajo y sus vecinos, pueden hacerle un desagradable vacío. Niños y adolescentes no suelen tolerar bien a los que son diferenes, así que, normalmente, las cosas son más difíciles para ellos. Por lo demás, el consejo mormón es quien realmente toma las decisiones importantes siendo el gobernador del Estado su amanuense. Si se decide a escarbar aún más, encontrará que Utah no sólo está a la cabeza de las estadísticas que miden el bienestar ciudadano, también está a la cabeza en el consumo de pornografía y estupefacientes. Por si todo esto siguiera sin inquietarle, debería conocer las primeras etapas del movimiento mormón, las matanzas que sufrieron... y las que provocaron, dentro de lo que se llamó las "guerras mormonas".
Pero la figura de Mitt Romney no se comprende únicamente sobre el trasfondo del mormonismo. Es lo más presentable que le quedó al partido republicano quitando a todos los candidatos tramontanos. Se dice de él que carece de principios. Sí los tiene o, más bien, lo tiene, en singular. Su actuación se rige siempre por el principio básico de cualquier buen político: lo que sea por pillar. Así se entiende su encendida defensa de la sanidad universal siendo gobernador y el famoso discurso en el que decía que su intención era gobernar para el 5% del país que producía riqueza y no para los que estaban acostumbrados a las subvenciones. ¿Por qué formó tanto escándalo este discurso? Muy fácil, en ese 95% de americanos perezosos, acostumbrados a vivir de las subvenciones, se incluyen los veteranos de guerra, las empresas dedicadas a la exportación, la gran industria aeronáutica y armamentística y la totalidad de campesinos de la América profunda, es decir, el 95% de los votos republicanos. ¿Le sorprende saber que los americanos que protestan contra una economía subvencionada son los que más subvenciones reciben? No es el único país en el que ocurre.
La gran ventaja de Romney es que enfrente tiene a Obama. Todo el mundo esperaba grandes cosas de él y las hizo: fue elegido, ¿para qué más? Un presidente que por sí mismo es un hito histórico ya no puede hacer nada comparable a su propia presencia en el cargo. Obama forma parte de esa oleada de justicia histórica que ha llevado al poder a minorías marginadas desde que pasó a considerárseles ciudadanos, esto es, desde que dejaron de ser esclavos. Es el caso de los negros de Norteamérica y de los indígenas de Venezuela o Bolivia. El problema está en que quien llega al poder por un método suele ser desalojado de él de la misma manera. Obama que está ahí por ser un hito histórico, puede acabar fuera de la Casa Blanca por el hito histórico que sería el primer presidente mormón. Evo Morales, que llegó al poder por la vía de la agitación social, tiene émulos hasta en el movimiento cocalero que él dirigió. Mientras unos y otros se pelean por la poltrona y las leyes de memoria histórica para con los indígenas van y vienen, el país sigue durmiendo su miseria en un colchón de gas, cuya única salida natural, Chile, está vedada por resentimientos históricos. Desde luego, es estupendo ver a un negro en la Casa Blanca, como fue estupendo ver el jersey a rayas de Morales pasearse por la Moncloa. El problema es que detrás de la negritud, detrás del indigenismo, no hay más que el reemplazo de unas camarillas por otras.
La omnipresencia del Estado en Venezuela no tiene su modelo en Bolívar y mucho menos en el socialismo cubano. El ideal que persigue Chávez está mucho más hacia oriente, en concreto, allí donde vive la monarquía saudí. Pero ni siquiera eso es una idea de Chávez, más bien se trata de la culminación de un proceso que empezó mucho antes de la gloriosa revolución bolivariana. La producción de petróleo, efectivamente, está en manos del pueblo o, más bien, de varios pueblos, pues el número de empleados de PDVSA casi se ha triplicado al tiempo que la producción ha iniciado una significativa caída. El día en que el petróleo se agote o, más simple aún, el día en que los especuladores se salgan del mercado y hagan retornar los precios a lo que deben ser según la estafa de la oferta y la demanda, Venezuela estará al borde de otro hito histórico, el marcado por un espantoso abismo.
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