domingo, 19 de febrero de 2023

Sabuesos del infierno (1 de 2)

   El 6 de octubre de 2020, no era un día diferente de los demás en el instituto “Bois d’Aulne” en Conflans-Sainte-Honorine, un suburbio 30 Km al noroeste del París que todos los turistas conocen. Como cada año, a un profesor de Geografía e Historia le había tocado impartir un curso de ética y, como cada año, había llegado la hora de hablar de la libertad de expresión. Como cada año, había alumnos que, por diferentes motivos, no asistían a la clase. La rutina de la actividad siempre era la misma. Se informaba a los estudiantes que se les iban a pasar algunas imágenes que podían resultar ofensivas para los practicantes del Islam, se les invitaba a no mirarlas o a abandonar el aula antes de su proyección si así lo deseaban y después se proyectaban dos de las caricaturas de Mahoma que condujeron al atentado contra Charlie-Hebdo. El objetivo, como siempre, que los alumnos reflexionaran sobre los límites de la libertad de expresión, que expusieran sus puntos de vista y que escucharan todas las perspectivas que pueden adoptarse sobre el tema. No hubo nada durante el desarrollo de aquella clase que la hiciese destacar sobre la misma clase de otro año y, muy probablemente, el profesor implicado se fue a su casa ese día pensando que había sido un día más, de una semana más, de un curso escolar más. No muy lejos de allí, el padre de una alumna que había vuelto a ser sancionada con una expulsión del centro “Bois d’Aulne” interrogaba a su hija sobre los motivos de la expulsión. Deseosa de que su padre no se enterase de que había estado faltando a clase reiteradamente, le contó que un profesor, de nombre Samuel Paty, encargado de un curso de ética, había pedido que levantaran la mano todos los alumnos musulmanes y que, una vez identificados los que profesaban esa religión, los había expulsado de clase para enseñarles al resto imágenes de un hombre desnudo diciéndoles que era Mahoma. Cuando ella había protestado por tal comportamiento, recibió la sanción del centro. Brahim Chnina, padre de la alumna, henchido de justa indignación, colgó un vídeo en YouTube y Facebook, denunciando el comportamiento del profesor, llamándolo “matón” y “enfermo”, dando cumplida cuenta de su nombre y lugar de trabajo y pidiendo a todos sus “hermanos” que mostraran su repudio hacia semejante agresión contra sus desamparados infantes por parte de un docente. El vídeo incendió rápidamente los wasaps de la comunidad musulmana de Conflans-Sainte-Honorine y, muy pronto, se viralizó por buena parte de Francia. A las pocas horas, Chnina había recibido el acalorado apoyo de multitud de personas, entre otros, de Abdelhakim Sefrioui. Sefrioui, que se autoproclamó imán nada más llegar a Francia desde su Marruecos natal, ha dedicado toda su vida como ciudadano francés a demostrar que sus conciudadanos son islamófobos radicales, que los sucesivos presidentes han llamado a odiar a los musulmanes y que "los niños de 12 a 13 años, musulmanes, están conmocionados, son atacados, son humillados frente a sus compañeros”. Defensor de Palestina, de Hamas, de la Yihad Islámica, de la libertad de las mujeres (para llevar velo) y hábil como pocos para caminar sobre el filo de la navaja de la legalidad, su discurso siempre inflama y solivianta y no se le conoce intervención conciliadora alguna en ninguno de los asuntos en los se ha visto envuelto. Desde el año 2000, la policía francesa lo tenía en el punto de mira, sin que hubiese conseguido imputarle nada. Fue él quien replicó los vídeos de Chnina, con nombre y datos del profesor, exigiendo una respuesta de todo buen musulmán. Fue él, quien el 8 de octubre, acompañó a los padres de la alumna a exigirle al director del centro “Bois d’Aulne” que despidiera a Paty bajo la amenaza de organizar una campaña como la que dirigió contra el imán de cierta mezquita al que consideraba demasiado tolerante. Ante la evidente negativa del director a hacer algo que ni quería ni podía legalmente hacer, Chnina presentó, ese mismo 8 de octubre, una denuncia ante la policía contra Paty por “difusión de imágenes pornográficas”. Al día siguiente, el profesor tuvo que dar explicaciones de su comportamiento ante un inspector educativo, muy preocupado por la exhibición de imágenes pornográficas en el aula y por las prácticas habituales de Samuel Paty. En su informe posterior, el inspector declaraba a Paty culpable de no haber dominado "las reglas de la neutralidad y el laicismo" y afirmaba que había cometido un patente "error" del que podrían derivarse ulteriores sanciones. Ese mismo día 8, el director envió un correo electrónico a los padres dando las necesarias explicaciones que hiciesen comprensible el negligente comportamiento del profesor en la ya famosa clase del día 6. 

   El 12 de octubre Chnina vuelve a publicar un vídeo en Youtube denunciando la inacción de las autoridades educativas y policiales, pese a que ese mismo día, Paty había tenido que someterse a un interrogatorio policial en el que mostró su sorpresa por haber sido denunciado por el padre de una alumna que no estuvo en clase. Aprovecha para poner una denuncia contra Chnina por difamación, pero se sabe ya marcado. No se atreve a andar por Conflans-Sainte-Honorine, pide a sus compañeros que lo lleven en coche y busca por Internet recursos legales y hasta un abogado para intentar defenderse de lo que se le viene encima. Por esas fechas, Chnina había agradecido la encendida adhesión que le mostró Abdullakh Anzorov. Anzorov había nacido en Moscú de una familia que huyó como pudo del baño de sangre en que se había convertido Chechenia. La capital rusa no era muy acogedora con quienes tenían motivos para huir de las matanzas de Kadírov, así que seis años después emigraron a Francia. Probablemente, nunca escuchó demasiadas críticas de su entorno familiar hacia el radicalismo islámico y para 2020 llevaba tiempo coqueteando con talibanes, miembros del Estado Islámico en Siria y cuanto fanático tuvo a su alcance. Tiene 18 años, ganas de “hacer algo” y su cuenta en Twitter vomita odio contra todo el que no sea radical en la práctica del Islam. El 16 de octubre un amigo le acompaña a comprar un cuchillo de grandes dimensiones y dos pistolas de plomillos. Otro amigo le lleva en coche hasta las puertas del “Bois d’Aulne”. No le cuesta trabajo encontrar un par de estudiantes del centro que le marquen quién es Samuel Paty a cambio de 300 €. Lo sigue, lo apuñala varias veces, le corta la cabeza y sube su imagen a Twitter con un mensaje dirigido a Macron en el que, "en el nombre de Alá el misericordioso" afirmaba: "ejecuté a uno de tus sabuesos del infierno que se atrevió a menospreciar a Mahoma".

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