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domingo, 4 de agosto de 2019

Examen de septiembre.

   Decía Aristóteles que la hipocresía era el tributo que la mentira rinde a la verdad. Ha llegado un momento en la política española en la que ya ni hipocresía queda, porque no es que nuestros políticos mientan, es que no podrían reconocer la verdad ni aunque alguien se la pusiera delante de la cara y se la señalase con el dedo. Tres meses han tenido para negociar desde las elecciones, tres meses para intercambiar nombres, poltronas y parabienes, tres meses para dejar claras sus posturas y, como los malos estudiantes que siempre fueron, han preferido ir a septiembre que hacer sus tareas. Sin disimulo, sin excusas, sin justificaciones, simplemente, no les ha dado la gana. Está claro que necesitaban tiempo, los malos estudiantes lo necesitan. Tiempo para aclarar sus ideas, tiempo para poder ir viendo lo que todo el mundo ve a estas alturas, tiempo para quitarse de encima una molicie poco disimulada. 
   Algunos medios de comunicación descubren, como oráculos de un misterio insondable, que el PSOE quiere gobernar en solitario. ¡Pues claro que quiere gobernar en solitario! Es lo mejor que puede hacer. Yo también quiero tomar el sol en la cubierta de mi yate y sería lo mejor que podría hacer pero no es lo que estoy haciendo, entre otras cosas porque no me llega para tener un yate. Las cuentas de Sánchez, "el renacido", y sus deseos, son ahora mismo irrelevantes porque carecen de soporte alguno en la realidad. Debe entender que el muchachito de la coleta tiene una hipoteca que pagar y una familia que sostener y, como es lógico, no le alcanza con dos sueldos de diputado, que la  vida está muy cara. Quiere un ministerio y, como decía, lo ha expresado con claridad, no tiene por qué ser un “Ministerio de Estado”, ni siquiera tiene por qué ser un Ministerio importante, se conforma con un ministerito o una vicepresidencita, incluso un ministerio sin cartera le bastaría. Que él no quiere mandar ni influir, hombre, que sólo se trata del sueldo, de ir pagando las letras, ya saben, lo de todos los españoles, que él no es de “la casta”. Y que si el problema es que no queda bien que haya un ministro con coleta, que no pasa nada, oiga, que se conforma con un colega suyo, que ya se cobrará de lo que le corresponda al partido. 
   En Podemos quieren copiar la táctica del “renacido”. Entró en el gobierno por la puerta de atrás, cuando nadie daba un duro por el PSOE y ha acabado ganando unas elecciones. Ellos, que cada vez van peor en las encuestas, quieren cinco ministerios y una vicepresidencia... No, tres ministerios... No, dos y medio... Lo que sea, pero que les permita ocupar las portadas de los periódicos con algo diferente a sus peleas internas. No debe extrañarnos que en el PSOE nadie se plantee darles esa oportunidad. Creen haber descubierto los principios ideológicos para una refundación de la socialdemocracia del siglo XXI, el grito “¡que viene la ultraderecha!” y no le temen a una repetición de las elecciones, mucho menos pudiendo acusar a los morados de impedir la creación de un gobierno “de izquierdas”. Todavía mejor, hay otro caladero en el que podrían comenzar a pescar antiguos votantes muy pronto.
   Que haya que ir a septiembre y, es posible, de nuevo a las urnas, es algo que buena parte del electorado de Ciudadanos no entiende. A pesar de las declaraciones de Rivera y a pesar de que votaron por los naranjas hartos del PSOE, empiezan a preguntarse si dejar a Sánchez en brazos de Podemos y de los independentistas constituye la opción más sensata. Ya dijimos que Rivera se autonombró, desde el principio, “líder de la oposición”. Ve un futuro sin el PP, en el que domine todo el centro y la derecha del espectro político, dejando a los ultramontanos en manos de Vox. En esta visión, no hay lugar para permitir un gobierno del PSOE. Pero esta visión, como la de Sánchez, corresponde a algo bastante lejano y hay problemas más inmediatos. Ciudadanos ha acumulado un enorme poder autonómico que habrá que ver cómo consigue digerir. Para empezar, carece de cuadros intermedios que puedan ir ocupando despachos designados a dedo. Incluso en Andalucía, donde primero tuvieron que enfrentar esa realidad, siguen apoyándose en antiguos cargos socialistas, que permanecen en sus puestos porque no hay nadie en Ciudadanos para sustituirlos. El PP tiene a este respecto menores problemas y no resulta difícil ver cómo las áreas que les corresponden van adquiriendo cierta fluidez. A ello hay que unir que a los cavernícolas de Vox no les cuesta mucho trabajo tomar la iniciativa con sus propuestas retrógradas. El camino hacia el monopolio de la derecha, que tan fácil ve Rivera, puede estar plagado de minas y se haría más fácil con un cierto período de asentamiento que el gobierno de Sánchez podría procurarle.
   Y entre medias queda, cómo no, lo impresentable, esa reencarnación del Cid Campeador que alerta contra los peligros de un gobierno de “izquierda radical”, entre Sánchez y el hipotecado, a quienes el servicio de seguridad no les habría permitido ni entrar en un mitin de Santiago Carrillo. O ese señor, que uno no sabe si es más tonto que Rufián o Rufián que tonto, que aspira a ocupar el puesto de Xabier Arzálluz y que declaró que en la “puta Espanya”, los gobiernos de izquierda no son capaces de ponerse de acuerdo en tres meses, mientras que los gobiernos de la derecha ya tendrían “hasta repartidas las comisiones”, como han demostrado ellos repartiéndose rápidamente gobierno y comisiones con Junts pel Sí en el mucho más eficiente futuro país vecino. Y, por si faltara algo, ha aclarado que, ahora mismo le dan igual sus compañeros encarcelados y pueden votar por Sánchez, pero que en septiembre, sentencia de por medio, igual tienen que votar contra él aunque sus compañeros en la cárcel les sigan importando un comino.

domingo, 27 de diciembre de 2015

¿Quieres gobernar conmigo?

   Las del pasado fin de semana fueron las primeras elecciones que yo recuerdo en las que no han salido en tromba todos los partidos a declarar su victoria. Muy al contrario, lo común han sido las caras de circunstancias y es fácil comprender por qué. El PP tiene exactamente lo que pidió a los electores, ser el partido más votado y capacidad para formar gobierno. Se ha dejado por el camino cinco millones de votos, pero tendrá fácil la presidencia... siempre y cuando pacte con Podemos. Si esta afirmación le ha hecho sonreír es que Ud. querido lector, es joven. A nadie le conviene más un referéndum en Cataluña en estos momentos que al PP. Si de él saliese un “no” a la independencia, Mariano Rajoy adquiriría una aureola de carisma con la que nunca había podido soñar. Y si saliese un “sí”, el consiguiente abandono de los diputados catalanes de las Cortes facilitaría una mayoría amplia sobre la que se podría sustentar un gobierno del PP. De este modo, ambos, PP y Podemos, tienen mucho que ganar y poco que perder con la autodeterminación catalana. Otra cosa es si Podemos es una formación con la madurez suficiente como para pactar con el PP, pero yo creo que estos chicos maduran rápido, ¿no pasaron del bolivarismo revolucionario a la socialdemocracia en dos meses? 
   Con el resto al PP las cuentas no le salen ni a tiros. A la coalición con Ciudadanos le faltan 13 escaños para llegar a una mayoría suficiente, que habrán de prestarles ERC, la antigua Convergencia, el PNV, o la antigua Izquierda Unida. El comienzo de este camino, es decir, un pacto de gobierno con Ciudadanos, tampoco es ningún regalo. La cuestión de los programas no es, como no ha sido nunca, un problema. La cuestión es de personalidades. Por mucho que tenga casi el triple de diputados que Albert Rivera, a los populares les resultaría muy difícil hacer aparecer a Don Tancredo como líder de esta alianza. Más bien el problema sería el inverso, no sufrir el abrazo del oso por parte de los naranjitos. Por ello desde Génova daban por descontado un pacto con el PSOE y ésta es la razón de su sorpresa cuando en el debate cara a cara entre Rajoy y Pedro Sánchez, éste salió mordiendo. Al fin y al cabo, comparten muchas cosas, les une todo un abanico de intereses, mostraría la vigencia del bipartidismo, a la larga podría hacerles recuperar votos y siempre se puede presentar como un pacto de Estado “dado el momento extraordinario que atraviesa el país”. Y así llegamos al nudo gordiano de la situación política heredada de las urnas, ese nudo gordiano que se llama Partido Socialista Obrero Español.
   El PSOE ha cosechado los peores resultados de su historia y, sin embargo, precisamente por haber cosechado semejante resultados, se ha convertido en el partido bisagra, clave en cualquier negociación. Desde que obtuvieron la última mayoría absoluta, nunca habían tenido tanto poder. La cuestión está en si no morirán de éxito, porque peligros tampoco les faltan. Si con sus acciones u omisiones conducen a un adelanto electoral, podrían acabar teniendo una nómina de diputados aún más exigua. Como ya he explicado, el problema del paro ha alcanzado cifras preocupantes entre sus enchufables y los barones regionales están muy nerviosos con la posibilidad de que puedan ir a más. Varios de ellos, que han alcanzado la correspondiente poltrona gracias a los votos de Podemos, han dejado claro que nada de pactar con estos trasnochados a nivel nacional. El motivo se ha podido oír oír de los labios de Pablo Iglesias: "lo primero que tiene que hacer [el PSOE] es sacar a sus miembros de los Consejos de Administración o pedirles el carné". Como no se le pueden reprochar tales declaraciones, se alude a Cataluña, dejando de ese modo abierta la excusa para un posible pacto con el PP. Pero es que, si ni siquiera existiera entre ambos el abismo crematístico, un pacto así tampoco conduciría a nada. Se suele pasar por alto el detalle de que el PP sigue teniendo una amplia mayoría absoluta en el Senado. Las reformas constitucionales que tanto ansían introducir los moraditos, el día a día de un gobierno encabezado por el PSOE, resultan poco menos que imposibles sin la aquiescencia de esa cámara tan frecuentemente tachada de inútil. 
   A pesar de que ahora mismo todo parece muy confuso y complicado, en realidad el camino es extremadamente simple y claro. En primer lugar, el PP intentará formar gobierno, el cual no llegará ni a la investidura del presidente o irá poco más allá. Después le tocará el turno al PSOE, que veremos a ver si consigue llegar a la fase de investidura. Para entonces, es decir, dentro de un año o año y medio, todo el mundo estará lo suficientemente cansado de inestabilidad política como para aceptar de buen grado una gran coalición entre populares y socialistas, en la que estaban pensando ambos desde el momento mismo del arranque de la campaña. Lo ha dicho Pedro Sánchez, la gente quiere cambio... para que nada cambie.
   En medio de un panorama tan lúgubre, por fortuna, siempre hay payasos que atinan a poner su toque de humor. Resulta que, ahora, Arturito Mas, ha descubierto que el sistema electoral español confiere un enorme poder a los nacionalismos periféricos en cuanto no se alcanzan mayoría absolutas; ahora se ha dado cuenta de que podría haber conseguido muchas cosas jugando bien sus bazas; ahora ha comprendido que era innecesario provocar la fractura social que ha generado con sus bravatas en Cataluña; ahora que ha perdido la mitad de los escaños y que ha conseguido que su formación pase de ser la más votada al tercer lugar en Cataluña; ahora... Enhorabuena, Sr. Mas, es Ud. un lince.

domingo, 28 de junio de 2015

In the loop

Tienen razón Podemos y Ciudadanos cuando afirman que han provocado un giro en la política nacional, aunque, sinceramente, yo preferiría ir en línea recta hacia otra cosa antes que volver a donde estábamos. El caso es que tan girada está la política española que nuestro queridíssssssssssssssssssssssimo y amadísssssssssssssssssssssssimo Sr. Presidente del gobierno, Don Tancredo, ha decidido hacer algo, algo rompedor, rupturista, que de nuevo impulso a un partido que está empezando a preguntarse si Ciudadanos hará con ellos lo que ya ha hecho con UpyD: ha cambiado de ministro de educación. El ciudadano medio, al que le importa tanto la educación como a una vaca el tren que pasa ante sus ojos, ha recibido este nuevo impulso con una sonora indiferencia. Por si fuera poco, el Sr. Wert se ha ido aclarando que todo está atado y bien atado en su antiguo cargo y que su cambio no va a cambiar nada por si alguien lo dudaba. Donde sí han cambiado mucho las cosas es en Andalucía. Adivinen qué partido va a gobernar los próximos cuatro años. Pues el mismo que lo hizo los cuatro anteriores y los cuatro anteriores y los cuatro anteriores y... Eso sí, con el apoyo de Ciudadanos, que consiguió una sólida representación parlamentaria gracias a un motón de votantes hartos de que en Andalucía gobernasen los mismos. 
   La razón por la que Susanita buscó el apoyo de Ciudadanos es doble. Primero porque el líder nacional de su partido le había pedido que pactara con Podemos. No es un secreto para nadie que la Sra. Díaz, como todo buen político andaluz que se precie, está deseando irse a Madrid y que no se habla con Pedro Sánchez, se limitan a insultarse por vía intermedia. La otra razón es que Podemos exigía una lista de altos cargos de la Junta, vamos que le mentó la madre al PSOE. La lista de altos cargos, como la de empresas y empleados públicos, es un secreto de Estado en este país. Antes dimitir (ahí es nada) que darla. La razón ha quedado manifiesta estos días. El PSOE podía haber acelerado el nombramiento de la Sra. Díaz exigiendo la renuncia de sus escaños a Chaves, Griñán y Viera. Prefirió esperar. La Hermandad de estos caballeros (que, por cierto, no procesiona en Semana Santa ni está integrada únicamente por militantes del PSOE) y las luchas fraticidas entre ellos, explican buena parte de la vida política y económica, no sólo de Andalucía, en los últimos veinticinco años. Me harté de reír el otro día cuando Susanita llamó a Viera “este señor”, ella que utilizó a Viera, a Griñán y a Chaves para escalar hasta donde está y que llegó a ser acusada por sus críticos de secuestrarlos, porque hasta para invitarlos a café había que llamar al despacho de la Sra. Díaz.
   Pero si el PSOE andaluz no es ya dueño y señor de su propia casa, ¿qué decir de Pedro Sánchez? Está intentando construir un discurso propio y encontrar una buena envoltura con que presentarlo. De momento sólo ha encontrado la bandera nacional y nadie se cree lo que llevaba dentro. Ha llegado donde está como en su día llegó Rajoy, por falta de voluntarios para recibir el tortazo que las encuestas auguran. Habrá que ver si logra mantenerse tanto tiempo como Don Tancredo. En cualquier caso, el líder político por el que resulta más arriesgado apostar sigue siendo su majestad el rey Arturo. Se lo ha ganado a pulso camino del reino del Camelo. En cinco años ha llevado a CiU desde una amplia mayoría en el Parlament hasta el borde de la irrelevancia. Eso sí, las pasadas elecciones municipales otorgaron una arrolladora victoria al frente independentista que él capitanea... o, al menos, así lo presentó. La verdad es otra. Hasta el 75% de los concejales pertenecían a candidaturas por la independencia, lo cual representa un 25% del electorado catalán. De la ola de concejales rojigualdos (quiero decir, de la bandera roja y amarilla en franjas alternas de la independencia catalana, muy diferente de la bandera de España... que también es de franjas rojas y amarilla aunque menos... bueno es un lío, mejor lo dejo), decía, de la ola de concejales rojigualdos se salvaron tres municipios: Tarragona, Lleida y Barcelona. El nacionalismo catalán sigue pasando por la alianza entre los pequeños propietarios agrícolas del interior y la burguesía, ya menos industrial, de las grandes ciudades, exactamente igual que hace un siglo. Toda la inmensa masa de población que queda por medio no quiere tener que elegir entre Cataluña y España porque lo que realmente quiere es vivir bien y no discutir cómo han de ordenarse los colores en la enseña nacional.
   En medio de todo este batiburrillo, me impresionó profundamente la entrevista concedida el otro día a El País por Antoni Ortuzar, presidente del PNV. Sí, el PNV, ¿se acuerdan? El partido aquel que en los años noventa decidió tratar a todo el que no tuviera ocho apellidos vascos como extranjero, perder michelines y echarse al monte y allí por poco si recibió el abrazo del oso de la izquierda abertzale. Pues las riendas de ese partido las tomó un Sr. llamado Íñigo Urkullu, que decidió que para aventuras ya estaban las de Terra Mítica y que, lo que de verdad deseaban los vascos, era salir de la crisis y no reeditar las guerras carlistas. Desde 2012 está llevando las buenas formas y la gestión eficiente como bandera de lo vasco. El resultado ha sido que el PNV barrió en las pasadas elecciones municipales, obteniendo sus mejores resultados en 30 años. La entrevista del Sr. Ortuzar es un dechado de moderación, buenas maneras y realismo político. Habla de vertebrar el Estado, insiste en elaborar un País Vasco para todos, en la necesidad de tener un proyecto de futuro común, en un derecho a decidir pactado cuando llegue el momento, porque sabe que ahora lo que más importa a los ciudadanos es llegar a final de mes, elabora razonamientos complejos, calcula teniendo en cuenta el medio plazo... Espero que se presenten por Sevilla en las próximas generales, me estoy planteando votarles.