domingo, 29 de mayo de 2022

...a Rocinante

   Como siempre, lo más noble y elevado que existe en este mundo, se transforma en chabacano y ridículo cuando llega a nuestro bendito país. No tienen más que pensar en todos los catedralitos de metafísica que han tenido que sacar de los calabozos de la policía de Baleares los cónsules británicos o, más recientemente, los ingenieros alemanes y escoceses que inundaron de vómitos las calles de Sevilla con ocasión de la final de la Liga de Europa de Fútbol. A Pegasus también le ha ocurrido, en este país se ha convertido en una especie de Rocinante, tal y como lo describió Cervantes, con "más cuartos que un real y más tachas que el caballo de Gonela". Desde luego, Marruecos robó información de los teléfonos del gobierno para allanar el camino que ha convertido a Pedro "el hermoso" en súbdito de su graciosísima majestad alauí. Pero, antes de eso, entidades más poderosas que la casa gobernante de nuestro vecino del Sur, ya lo habían utilizado para fines más aviesos y retorcidos. Con Pegasus, con su versión de prueba o con un Rocinante, copia barata o ilegal como las que aquí utilizamos para todo, se extrajo información de un teléfono con contenidos extremadamente sensibles para la seguridad nacional y los intereses patrios fundamentales: el del presidente de la Real Federación Española de Fútbol. De él salió el supercopagate, la filtración de conversaciones entre el ínclito Luis Rubiales y el no menos extraordinario líder patrio por naturaleza, Gerard Piqué. Los audios no tienen desperdicio. "Rubi" y "Geri" se escriben con tal acaramelamiento que no debe extrañarnos que el matrimonio de Piqué con Shakira comenzara a hacer aguas. Geri quería ir con la selección sub-21 a Qatar, para así poder verse a solas y Rubi hizo todo lo posible por conseguirle el billete gratis. También quería trato de favor para el club de fútbol que preside, gestión que Rubi realizó sin necesidad de que Geri insistiera. O como ha resumido el Sr. Piqué en su comparecencia pública… a través de redes sociales y youtubers varios: "Yo nunca le pedí nada a la Federación". Pero las llamas de este apasionado romance llegan a su culminación cuando ambos se confabularon para que la Supercopa de España se celebrara en… Arabia Saudí. Ya se sabe, si alguien saca contenidos con derechos de autor de sus cauces comerciales, eso es robo. Si LaLiga quiere llevarse partidos a Miami, eso es expolio. Pero si la Federación se lleva partidos lejos de los aficionados, eso es defender el interés público de nuestro país. ¡Con qué delicadeza planean los detalles! ¡Con qué amor defienden sus respectivas comisiones! ¡Con qué despecho delata Geri a todos los que se oponen a su relación para que Rubi tome nota y les pase factura! A uno se le saltan las lágrimas de emoción cuando Geri, el mismo Geri que votó en el referéndum ilegal de independencia de Cataluña para liberar al sufrido pueblo catalán del exterminio al que lo condena la invasora corona de España, no duda ahora, para salvar su relación con su Rubi, en apelar al rey, "al rey emértio, ¡eh!", para que intervenga ante las autoridades saudíes. Llegó a ponerse en contacto con el tirano invasor, pero éste parece que rechazó intervenir en tan hartera componenda... que iba a rentarle una comisión pírrica. Lo hemos tenido esta semana por aquí. Alguien le preguntó que si pensaba dar explicaciones de todo el dinero que se ha ido llevando calentito y él, entre risas, respondió: "¿explicaciones de qué?" ¡Qué campechano es!

   "Traidor" llaman ahora los independentistas a Piqué. No, traidor no, enamorado, enamorado de los 24 millones de euracos que se va a llevar de comisión. Piqué es un independentista de verdad, de los de corazón, de los que darían cualquier cosa por la patria catalana… menos dinero a fondo perdido. El independentismo no es una ideología, ni el españolismo, ni ningún nacionalismo. Son otra forma de hacer negocios. Piqué siempre lo ha dicho, se puede ser independentista y jugar con la selección española, se puede ser independentista y hacer apaños con la Real Federación Española, de hecho, hasta se puede ser independista y afirmar "yo trabajo para los saudíes". ¿Por qué, no? Al fin y al cabo es lo mismo que hacen Puigdemont, Junqueras o Forcadell, pregonar a los cuatro vientos la necesidad de una Cataluña independiente mientras haya mercado internacional para vender semejante humo.

   El ultrajado Luis Rubiales salió a la palestra exigiendo responsabilidades por la filtración de esos whatsapps. Llegó al cargo defendiendo los valores, la integridad, creó una comisión ética, por encima de todo, ama el fútbol, el fútbol de verdad y no el dinero, y ahora manchan su honor con semejante trama de espionaje, con el golpe de estado que urdió en la asociación de futbolistas, con el incremento de sueldo que le supondrá el contrato amañado por Piqué, con la dimisión en bloque del comité de ética, ¡qué calumnia! ¿Cómo puede alguien agenciarse de la información contenida en su móvil? ¿con qué derecho se inmiscuye alguien en las conversaciones privadas de un cargo público de primera magnitud? ¿cómo han osado hacerle a él, Rubiales, lo que él hacía con todos y cada uno de los cargos, deportivos o no, que lo llamaba por teléfono, que hasta tiene grabaciones de cuando un ministro le preguntaba que si iba a estar en casa? A la directora del CNI la destituyeron "por el espionaje al gobierno" (es decir, al que gobierna el país desde Barcelona). A Rubiales no se han atrevido a pedirle la dimisión. Unos dirán que, claro, que Paz Esteban era una mujer en un florero llamado CNI, mientras que Rubiales, como los jefes de las fuerzas de seguridad del Estado y el presidente de la asociación de bares, quiero decir, los poderes fácticos de este país, son hombres. Tal vez sea así, pero hay otras dos poderosas razones por las que el gobierno de Pedro "el hermoso" no ha pedido la dimisión de Rubiales. La primera es para no hacer sucumbir la nación a "oscuros poderes", que, desde luego, no son ni su graciosísima majestad alauí ni su muchísimo más graciosa casa de Saúd, sino LaLiga profesional de fútbol, enemistada a muerte con la Federación, el Consejo Superior de Deportes, el gobierno de España, la FIFA, la UE y cualquiera que se atreva a recordarles que, algún día, deberían ir pagando todas las deudas que tienen. La segunda, más importante, es que Luir Rubiales ostenta la presidencia, el poder efectivo sobre el único asunto que preocupa a todos y cada uno de los ciudadanos de nuestra amada Patria: el furgo.

domingo, 22 de mayo de 2022

De Pegaso...

    Al caballo alado con el que Zeus cruzaba los cielos y la tierra, los griegos le dieron el nombre de “Pegaso”. Los tres miembros de la inteligencia militar israelí que fundaron el grupo NSO, consideraron que sería un nombre adecuado para la joya de su corona, un programa de espionaje que permitiría infectar los móviles de "terroristas, narcotrafincantes y criminales". Sus desarrolladores dejaron claro que sólo se lo venderían a gobiernos y que contribuiría significativamente a construir un mundo mejor y más seguro. Nombre y fines tan pomposos escondían lo de siempre, el manoseado software que se descarga en cuanto se pulsa un link y que entrega el control de cualquier terminal a alguien diferente de su dueño. Lo que hace a Pegasus diferente del resto de programas de esta naturaleza consiste en que Pegasus no sólo infecta el terminal objetivo, hace lo mismo con los dispositivos de quien lo contrata y envía toda la información recopilada a los servidores de los servicios secretos israelíes. Hasta tal punto Pegasus se ha convertido en la más voraz de las herramientas de recopilación de información, que el propio gobierno EEUU lo ha clasificado como uno de los malwares más peligrosos de la actualidad. Y es que Israel carece de prejuicios, espía por igual a amigos, enemigos e indiferentes. Posee ya cuantiosos datos de algunos de los "terroristas, narcotraficantes y criminales" más peligrosos del mundo: Boris Johnson, Enmanuel Macron, Romano Prodi, Charles Michael, Pere Aragonès, Pedro Sánchez… además de una lista interminable de periodistas, disidentes y opositores políticos a todo tipo de regímenes tiránicos, como denunció esa organización que tanta animadversión levanta entre los miembros de nuestras fuerzas y cuerpos de seguridad por "defender a los terroristas": Amnistía Internacional. De hecho, si Ud. lucha por el respeto de los derechos humanos, la libertad o la verdad y su teléfono no está infectado con Pegasus, debería ofenderse.

   El Centro Nacional de Inteligencia, es decir, el centro de la inteligencia de esta nación, ha reconocido haber utilizado Pegasus para recopilar información de los móviles de líderes independentistas entre 2017 y 2020, aunque hay datos de que ya lo utilizó en 2014. Uno lee estas fechas, lee lo que han publicado los medios de comunicación y concluye fácilmente que en el CNI no es que se centralice toda la inteligencia de este país, es que no la hay fuera de él. Recordemos, todo el montaje independentista surgió a partir del momento en que Mariano Rajoy le contó a Artur Mas que Cataluña tendría que tragarse la cuota parte de recortes que le correspondía y tras las protestas ciudadanas contra los políticos de toda laya que afectó particularmente a los políticos catalanes. Durante cuatro años, hasta 2014, el independentismo catalán pudo desarrollar su desafío al Estado sin problema alguno, sin que nadie pudiera anticipar sus movimientos y, mucho menos, atajarlos, porque el CNI se enteraba de lo que pasaba por las noticias, igual que el resto de los españoles. No es que no le interesara, claro, es que para comprar un programa como Pegasus necesitaba 43.000€ y, mientras rellenó las solicitudes para pedir el dinero, las envió por triplicado, el ministerio la devolvió porque faltaba un sello, se volvió a enviar, el ministerio transmitió la petición a Hacienda, se habilitó una partida y se hizo efectivo el ingreso, pues eso, cuatro años, lo que en España viene siendo un "trámite de urgencia". Como ha reconocido la ya dimitida responsable del CNI, Paz Esteban, ante la correspondiente comisión del Congreso, "somos unos mandados", investigan lo que le dice el gobierno de turno cuando ya han sucedido las cosas. ¿Para qué ser proactivos? ¿para qué esquivar los problemas si podemos estrellarnos contra ellos? ¿qué sentido tiene evitar que haya víctimas inocentes pudiendo llorar por su evitable pérdida? 

   Si ahora nos vamos a la fecha en la que terminó el espionaje, podremos averiguar fácilmente por orden de quién se llevó a cabo la operación. Según la directora del CNI todo terminó en 2020, casualmente el año en que se constituyó, con apoyo independentista, el actual gobierno que "nunca ha sabido nada" de esta actuación de los servicios de inteligencia. Pero, volviendo con lo de la "inteligencia", ni los independentistas catalanes, ni el gobierno de la nación que, siguiendo una tónica que se remonta a Felipe González, "no sabía nada", ni los muy avezados medios de comunicación españoles, se hubiesen enterado de lo sucedido si al CNI no le hubiese salido un rival a su altura, tan conocedores como ellos de los entresijos del ciberespionaje global y dotados de medios tan punteros como ellos: el Citizen Lab, un grupo de académicos, aficionados al tema, de la Universidad de Toronto. 

   Por supuesto, las revelaciones del Citizen Lab generaron un enorme escándalo entre los políticos catalanes, que alzaron sus ultrajadas voces contra un gobierno que, a diferencia de ellos, había quebrantado la ley. Se rebelaron, pues, contra el gobierno, al que no dejaban de apoyar, exigiendo, hombre, que se hiciera algo, una dimisioncilla de alguien, por ejemplo. No hace falta decir que todo el mundo tenía muy clara la cabeza que iba a rodar, la de la "mandada" de turno, como corresponde en estos casos. Pero la cosa no era tan simple. Cesarla directamente, hubiese destapado uno de los tabúes de nuestra democracia, que aunque todo el mundo sepa que se nos gobierna desde Barcelona, nadie puede ponerlo en evidencia y, mucho menos, decirlo claramente. El gobierno, por tanto, realizó, antes de proceder a cumplir la orden que sus instancias superiores, a ponerse a la altura de los partidos independentistas, señalando que, ellos también, habían sido lo suficientemente imbéciles como para dejar que sus terminales institucionales se infectasen con Pegasus.

domingo, 15 de mayo de 2022

El país de la marmota.

   Propongo cambiar la fiesta nacional del 12 de octubre por el 2 de febrero. El 12 de octubre, la fecha en que Colón llegó a América, está ya muy desprestigiada. Ya saben, llevamos a América el imperialismo, el exterminio de unos pueblos a manos de otros y la distribución desigual de la riqueza, algo que los habitantes autóctonos no conocían ni por asomo. Y allí que llegamos nosotros, comportándonos como solemos comportarnos donde hay buffet libre. Todo eso estuvo muy feo y deberíamos acudir todos a sus procesiones flagelándonos por lo que hicimos hace tanto tiempo que yo ya, la verdad, ni me acuerdo de haber participado. En cambio, el 2 de febrero resume lo mejor de los valores patrios, porque es el día de la marmota. No porque en España haya muchas marmotas, ni porque las necesitemos para averiguar cuándo se acaba el invierno. Eso aquí es muy fácil. El día que hace 6 grados a las seis de la mañana, es invierno y al día siguiente, cuando a esa hora hace 20, es verano, sin que ninguna marmota tenga que mirar su sombra. Pero en 1993, los hermanos Rubin filmaron Groundhog Day, la historia de un arrogante hombre del tiempo (el ínclito Bill Murray) que, cubriendo el día de la marmota en Punxsutawney, Pensilvania, se ve atrapado en un bucle temporal del que no sabe salir. Día tras día vuelve a vivir exactamente los mismos acontecimientos con las mismas personas y, obviamente, adopta todas las actitudes de alguien que no sabe cómo cambiar lo que ocurre. De la desesperación y los intentos de suicidio pasa al hedonismo y el cinismo sin acabar de acomodarse nunca al hecho de que, haga lo que haga, tendrá que volver a vivir, una y otra vez, lo mismo. Y esa, precisamente esa, es la esencia, la naturaleza, lo definitorio de este bendito país llamado España. 

   Hace once años, los españoles ocuparon las plazas y lugares públicos protestando contra la corrupción, el nepotismo y las prácticas generalizadas entre una clase política que había convertido la democracia en el lucrativo esquilme de los bolsillos de todos. En este bonito y plácido 2022 hemos descubierto que cuando la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabelita "la loca", vociferaba por la "defensa de la familia" no criticaba a los abortistas, sino que hablaba de su hermano, al que le proporcionó una comisión multimillonaria por comprar en su nombre lotes de mascarillas a un precio por encima del mercado. El escándalo lo destapó su mayor enemigo, evidentemente ningún luchador contra "la casta", ni un periódico de investigación, sino el presidente de su propio partido, Pablo Casado. En poco más de 48 horas los dirigentes del partido decidieron hacer dimitir… a Pablo Casado por haber osado contar semejante verdad. Para sustituirlo, todo el mundo miró a la gran reserva espiritual del Partido Popular, Galicia y, más en concreto, a su sempiterno presidente, Alberto Núñez Feijoo que llevaba 13 de años en el cargo haciendo de buen gallego, quiero decir, poniéndose siempre de perfil. De hecho, como buen gallego llegó sin parecer que lo hacía, a Madrid. Está ahí porque los partidarios de Isabelita "la loca", esperan que siga poniéndose de perfil mientras las aguas vuelven a su cauce y pueden por fin postularla a presidenta del país. Y, de hecho, de perfil ha pasado por el escándalo de las comisiones del hermano de "la loca" y por las que posteriormente se han destapado en el Ayuntamiento de Madrid, también a cargo del Partido Popular. En su favor hay que decir que tampoco se ha puesto a favor de la horda de parlamentarios populares que han propuesto concederle una medalla al mérito civil al hermanísimo de la presidenta por "haber salvado tantas vidas" con las comisiones que lo hicieron millonario.

   En el PSOE estas cosas no pasan. Ni Pedro "el hermoso", ni su mano derecha, José Luis Ábalos, han intentado nunca que un familiar se lo lleve calentito gracias a sus cargos públicos, se lo llevan ellos mismos. No hay más que ver lo ocurrido con el Sahara Occidental. Han vendido a los saharauis al kilo, a cambio de cargos soberbiamente remunerados en cierta empresa francesa cuando abandonen sus actuales puestos. Contra la política española de décadas, contra la postura de su partido, de la comunidad internacional, de la ONU y de cualquiera que mantenga algo de decencia y de sentido común en este país, le han entregado el Sahara Occidental al sátrapa de Marruecos y hasta han acudido a Rabat a besar sus reales posaderas, como buenos súbditos suyos que ya nunca tendrán que volver a preocuparse por cómo rellenar el depósito de sus yates. Al fin y al cabo, ¿qué son 50 años de lucha, sangre, vidas perdidas, sufrimientos e injusticias si podemos dormir con la tranquilidad de que nuestros gobernantes tendrán siempre caviar que llevarse a sus bocas? 

   Afortunadamente no todos los partidos son como el PP y el PSOE. Ahí tenemos al partido que lucha contra semejante "casta" desde un gobierno de coalición con ella y a su figura emergente, la Sra. Yolanda… Yolanda… ¿ésta también es Díaz? Yolanda Díaz, es una estajanovista que, nos da ejemplo a todos pues, no contenta con su cargo de Ministra de Trabajo y Economía Social y de la segunda vicepresidencia del gobierno, todavía tiene tiempo para desarrollar una precampaña electoral en la que lleva meses enfrascada. Pero no hace precampaña a favor del gobierno, no, ni siquiera hace precampaña a favor del Partido Comunista al que pertenece, hace campaña a favor de ella misma. Yolanda Díaz, promueve una plataforma, todavía sin eslogan, sin programa, sin ideas, sin propuestas concretas y hasta sin nombre, a la que, desde aquí, proponemos que se llame "Yo, yo y Yo"(landa Díaz). Sin embargo, tan antipersonalista proyecto, ha cosechado ya un claro triunfo, logrando que las fuerzas a la izquierda del PSOE andaluz se pusieran de acuerdo en cómo se repartirían el pastel… si hubiera algo que repartir, porque en Andalucía la gran pregunta es cuánto van a subir los cavernícolas de VOX. VOX, el partido que ensalza lo más rancio de las miserias franquistas, el que reivindica los episodios más oscuros y vergonzosos de nuestra historia, el que propone resolver los problemas del presente con soluciones que ya mostraron en el pasado su capacidad para empeorarlos, es la gran formación del futuro. El motivo es fácil de entender, ellos no se venden y no se venden porque sus dueños no los tienen a la venta. Identificar a sus dueños no cuesta mucho trabajo. Con uñas y dientes se opusieron a retirarle la llave de oro de la ciudad de Madrid a Vladimir Putin, el "comunista" contra el que muchos de sus militantes se manifestaron tras las invasión de Ucrania. Y es que todos los que defienden la integridad de la Patria lo hacen por lo mismo, porque entera se puede sacar mucho más por ella al subastarla.

   Ya podemos entender por qué la reforma educativa de esta temporada propone que los jóvenes dejen de ejercitar la memoria, que el recuerdo no constituya la base de su aprendizaje, que sepan lo mínimo posible de cómo se han sucedido los acontecimientos históricos, Nuestros preclaros líderes intentan salvar a los ciudadanos del cinismo y la amargura que supone enfrentarse una y otra vez a las mismas cuestiones sin que nada de lo que hacen sirva para modificarlas lo más mínimo.

domingo, 8 de mayo de 2022

Un pietista llamado Kant (2 de 2)

    Difícilmente se entenderá por qué la "polémica del siglo" puede considerarse una historia mal contada si no se echa un vistazo a todo lo que en ella queda implícito sin que filósofo alguno lo haya sacado a la luz por “improcedente”. En efecto: ¿por qué el rey hizo caso de los pietistas y no de Wolff, el filósofo más respetado del momento y de cuyas doctrinas los propios pietistas habían hecho uso generalizado? La razón, la razón fundamental de todo esto, la razón que nos va a descubrir una historia poco honorable de alguien a quien la filosofía considera el más honorable de sus hijos, se remonta a 1613, el año en que el Elector de Brandenburgo, Juan Sigismundo I, se convirtió al calvinismo. Dicho de otro modo, a las puertas de la Guerra de los Treinta Años, el muy luterano electorado de Brandenburgo quedó encabezado por una casa real calvinista. Los treinta años de guerra, la vecindad con la, por entonces, mucho más poderosa y católica Polonia y otros avatares, dejaron larvado un conflicto, potencialmente explosivo, que afloró cuando el insignificante electorado comenzó a adquirir territorios, la mayoría igualmente luteranos, acabando por transformarse en el reino de Prusia. La progresiva conciencia de los monarcas prusianos de que necesitaban disciplinar su Estado (y su milicia) si querían prosperar rodeados de reinos más poblados, ricos y poderosos militarmente, hizo aumentar los roces conforme la corona intervino en los asuntos religiosos limando los aspectos más característicamente luteranos de la sociedad. Cada nombramiento, cada nuevo decreto, cada ordenanza, imponía un clavo más en la tumba del luteranismo prusiano, algo que acabó degenerando poco menos que en motines, especialmente, en la parte oriental del reino y, particularmente, en su capital, Königsberg. En 1675, sucedió algo en la corte rival de Dresde que cambiaría radicalmente esta situación. Su capellán Jakob Spener, luterano, publicó un breve tratado en el que denunciaba los vicios de la religión luterana, llamó a una vuelta al verdadero espíritu de Lutero y apeló para ello a la experiencia personal de la fe y la piedad. Ese texto, en efecto, se considera el acto fundacional del pietismo y la corte prusiana demostró enorme entusiasmo por acoger a sus seguidores en su territorio y brindarles todo tipo de facilidades para que ejercieran voraz proselitismo. Los pietistas se convirtieron así en una quinta columna del calvinismo real, encargada de segar la hierba bajo los pies de sus súbditos luteranos. Por eso Halle se hallaba plagada de profesores pietistas, como buena parte del resto de universidades prusianas, especialmente en las zonas que más resistencia habían mostrado a la penetración del calvinismo, como la ya mencionada Königsberg. Y por eso, cuando los pietistas señalaron con el dedo a Wolff, el rey no dudó lo más mínimo en defenestrarlo. Al cabo, la cabeza de Wolff en la pica de su exilio, dejó claro el papel de control social que ejercían los pietistas y el camino que había de seguir cualquiera que osara oponérseles. De hecho, siguieron jugando ese mismo papel durante el reinado del hijo de Federico Guillermo I, quiero decir, de Federico II de Prusia, "el grande". Federico II, el rey filósofo, el protector de librepensadores, el que acogió a La Mettrie en su corte y que hacía gala de su desinterés e incluso desprecio por los asuntos religiosos, se limitaba a mostrar hasta qué punto el control ejercido por los pietistas había dejado al luteranismo exangüe frente al poder de la corona.

   Si ahora volvemos a leer los textos kantianos sobre el trasfondo de estos hechos históricos, veremos en ellos algo muy diferente de lo que sus estudiosos han querido mostrarnos a lo largo de los siglos. Kant da sus primeros pasos en filosofía con una Nova dilucidatio en la que, sin venir mucho a cuento, lanza una diatriba contra el ars inveniendi. Utiliza contra él una fábula que más bien lo justifica, apela a la científica voz de uno de los más prominentes químicos de la época contra la alquimia y se burla de los intentos de Darjes por construir una ars characteristica. Nosotros necesitamos muchas explicaciones para entender qué tenía que ver todo eso con el ars inveniendi, pero el pietista ambiente universitario de Königsberg debió advertir, complacido, que el prometedor discípulo había tomado el camino correcto. En el período crítico a la química se la expulsaría del reino de la ciencias, pero eso no le impidió a Kant seguir manteniendo el veto contra el ars inveniendi wolffiano. Todavía más significativo, podemos contemplar, cómo, dejando aparte este asuntillo, Kant considera a Wolff el más grande los “filósofos dogmáticos”. Y, aún más, un Kant entrando ya en las últimas décadas de su vida, canta con júbilo las grandezas de ese Federico II que, como el resto de los miembros de la casa de Hohenzollern, tanto había hecho por proteger al pietismo. Por eso Kant ordena silencio y obediencia a los sacerdotes luteranos frente a sus superiores pietista del mismo modo que tienen que obedecer los soldados en combate y los inspectores de Hacienda que contemplan con qué benevolencia se trata a los súbditos calvinistas que han traído el tejido de la seda desde Holanda para mayor gloria de su ilustrada majestad. La Ilustración, dice Kant sin muchos miramientos, no debe alterar el modo en que se configuró el estado prusiano y, mucho menos, el papel que en él jugaban los pietistas. Ahora podemos entender  que las proclamas "ilustradas" de Kant, en realidad, esconden algo muy diferente, advierten a la corona, en el revolucionario contexto de finales del siglo XVIII, del mutuo beneficio que siempre había proporcionado su sacrosanta alianza con el pietismo.

domingo, 1 de mayo de 2022

Un pietista llamado Kant (1 de 2).

   De entre las muchísimas historias mal contadas de la filosofía, probablemente no se ha contado ninguna peor que la de Christian Wolff (1679-1754). Y el pésimo modo de narrar su (lugar en la) historia no ha ocurrido por casualidad, ha llegado a acontecer porque va ligada a otra narración pésima, la del papel desempeñado por Immanuel Kant. La práctica defenestración del uno y el engrandecimiento del otro, han ido de la mano, tapando piadosamente el trasfondo de tal historia que, al cabo, coincide con el trasfondo de la historia de Prusia y de cómo acabó convirtiéndose en la Prusia que todos recuerdan. De Wolff apenas queda la memoria de un heredero de Leibniz y de un transmisor de sus ideas. Se olvida, con frecuencia, que Leibniz publicó en vida un porcentaje verdaderamente ridículo de su producción. La masa ingente de la misma permaneció (por siglos) inédita y aún no se ha completado. Quienes vivieron desde finales del XVII hasta bien entrado el siglo XIX, identificaban tout court a Leibniz con Wolff. En los escritos del segundo creían leer la decantación última de lo que el primero había sostenido siempre. Incluso hoy día, cuando nadie lee a Wolff, permanece la ilusión de su leibnizianismo, casi inaprehensible para quienes se adentran en las abigarradas páginas de sus escritos. Wolff, en realidad, llegó a Leibniz a través de Walther Tschirnhaus, con quien mantuvo amplia correspondencia y de cuya Medicina mentis sive Ars inveniendi Pracepta generalia, se declaró devoto lector. Mucho más espinosista y cartesiano que leibniziano, bastante más original (para bien y para mal) de lo que pensaron sus contemporáneos y dotado de una singular capacidad sistemática, Wolff pergeñó, no sin contradicciones ni ambivalencias, una filosofía propia.

   El que llegara a la Universidad de Halle en 1706 como profesor de matemáticas y filosofía, se había convertido, quince años más tarde en la figura de referencia de dicha universidad y de buena parte de la intelectualidad alemana. Y, justamente entonces, en la cima de su carrera, cayó sobre él una campaña perfectamente orquestada para defenestrarlo, hasta el punto de que en 1723, el rey, Federico Guillermo I, le conminó a abandonar la ciudad en menos de 48 horas. Wolff, sin entender demasiado bien qué había ocurrido, obedeció y cambió Prusia por Hesse, pasando a enseñar en la universidad de Magburgo hasta 1740. La historia de por qué Wolff cayó en desgracia ha permanecido durante tres siglos en la penumbra. La versión oficial cuenta que todo comenzó con una conferencia de Wolff sobre China en la que insinuó que Dios salvaría a los hombres justos con independencia de que éstos hubiesen profesado la religión cristiana o no. Semejante idea habría irritado a los pietistas, quienes lanzaron contra él la acusación de ateísmo y ésta habría acabado provocando la decisión del rey. Wolff, por tanto, representaría la voz de los “espíritus libres”, en realidad, habría que reconocer en él a un librepensador adelantado a su tiempo, martirizado por su lucha contra el oscurantismo religioso y, como tal, la Ilustración lo tomó como su adalid hasta el punto de que recibió incontables citas en la Enciclopedia, que tampoco se recató en reproducir numerosos pasajes suyos, a veces citándolo y otras no tanto. El propio Wolff contribuyó a racionalizar de esta manera su historia, presentándose como el adalid de la “filosofía libre”, lo cual le granjeó amplia audiencia y, a la postre, su regreso a Prusia. Sin embargo, cualquiera que lea a Wolff tendrá dificultades para encontrar algo en él de “espíritu fuerte”, de librepensador y, aún menos, de ateo. Bien al contrario, el Dios de Wolff aparece por todas partes, posee un carácter absolutamente trascendente, una omnisciencia y omnipotencia plenas y, frente a Él, el ser humano parece poco menos que nada. De hecho, Wolff adjudica a Dios y únicamente a Dios la potentia creatix, la capacidad para crear cosas nuevas y crearlas a partir de la nada, sólo Él manejaría el verdadero arte de inventar y, frente a esta potentia creatix de Dios, el poder creativo del ser humano se reducía a una panoplia de truquillos que Wolff enumeró minuciosamente y que, desde luego, no permitía ir más allá de cierta mejora pasajera en lo ya inventado por otros. Tampoco Wolff hizo nada por enfrentar a los pietistas ni su “oscurantismo”. Bien al contrario, no había disciplina impartida en la universidad de Halle que careciese de un pietista wolffiano a cargo de ella. Todavía mejor, la cuestión de qué destino depararía Dios a los no bautizados había suscitado intensos debates en las décadas anteriores entre los pietistas, sin que las diferentes posturas se hubiesen lanzado unas contra otras la acusación de ateísmo. ¿Qué ocurrió, pues? En realidad, ya lo hemos explicado.

   Para los pietistas, el encuentro con Dios, la entrada en su fe, constituía una transformación de los individuos, que, virtualmente, renacían, quiero decir, se re-creaban. Entrar en el pietismo, encontrar la verdadera fe, transformarse, comprender las leyes divinas y aceptarlas voluntariamente, significaban lo mismo. Ese acto de re-creación, constituía un acto de libertad supremo, que nos arrancaba de la ciega determinación de la causalidad mecánica que, según Wolff, regía el mundo. Ahora bien, dicho reconocimiento, dicha recreación, literalmente dicha reinvención del ser humano, exigía, precisamente, una capacidad en ellos que el ars inveniendi wolffiano sólo reconocía a Dios. La insistencia de Wolff sobre este punto hizo que los pietistas se sintieran progresivamente amenazados por sus doctrinas, que, de un modo cada vez más evidente, chocaban contra el eje central de los credos pietistas. Hasta qué punto se sentían amenazados lo demuestra el modo en que engrosaron el expediente contra él. A la incomodidad manifiesta de muchos de ellos con la conferencia de Wolff le sucedió la, a todas luces fuera de lugar, acusación de ateísmo, pero tras ella, vino la afirmación de que, en sus escritos, Wolff había animado a los soldados a desertar, acusación ésta que acabó desencadenando la fulminante destitución real.