Mostrando entradas con la etiqueta Rubalcaba. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Rubalcaba. Mostrar todas las entradas

jueves, 10 de noviembre de 2011

Habemus programmata

   Siempre me han gustado las campañas electorales, uno se lo pasa en grande oyendo a políticos angelicales haciendo promesas tan falsas como sus sonrisas. No obstante, la que estamos viviendo promete ser una de las más divertidas de la historia. Para empezar, ya tenemos programas electorales. La gente no suele entender muy bien de qué van estos programas electorales y después le echan en cara a los políticos saltárselos a la torera desde el primer día de gobierno. Parecen creer que estos programas son como los de ordenador, que van cumpliendo sus pasos conforme pasan los días. Otros piensan que son auténticos proyectos de gobierno y, al final de la legislatura, ajustan cuentas de hasta qué punto se han cumplido. Muy pocos los toman como es debido. "Programa", en este caso, no significa plan, ni proyecto, ni sucesión de instrucciones para hacer algo. En "programa electoral" la palabra "programa" designa lo mismo que en "programa televisivo", un espacio para distraerse un rato mientras llega la hora de gobernar o hacer oposición. Esta es la función de los programas electorales y, a decir verdad, los de PP y PSOE cumplen muy bien tal función.
   El programa del partido de Mariano Rajoy, en lo económico, es un breve resumen de neoliberalismo de guardería. Es difícil decir si está más alejado del sentido común o de la realidad. Se echa uno unas buenas risotadas leyéndolo. Si han seguido Uds. las medidas para reducir el déficit, sabrán que la contención del gasto público exigida por el FMI y la UE se va cumpliendo con creces. Mas, ¡oh sorpresa de las sorpresas! resulta que el montante del déficit no parece reducirse porque la contención del gasto va acompañada de una disminución de los ingresos que amenaza todos los cálculos. Naturalmente, esto era imposible de prever, entre otras cosas, porque a quienes lo previeron antes de iniciar los tijeretazos del gasto público (caso de Joseph Stigliz y demás perroflautas keynesianos), se los silenció convenientemente. Pues bien, el Sr. Rajoy propone, nada más y nada menos que disminuir los impuestos para rebajar aún más los ingresos del Estado y, cabe suponer, precipitar la bancarrota. Es cierto, la disminución de los impuestos le facilitará la vida a quienes el próximo puente de la Inmaculada Constitución estarán paseando por las playas de las Islas Seychelles (desde luego, ni a Ud. ni a mí) y, después de pillar un buen bronce allí, igual les entran ganas de invertir creando alguna empresilla. Ahora bien, como el PP también prevé moderar (aún más) los salarios, ninguna de estas medidas contribuirá lo más mínimo a disminuir el nivel de endeudamiento de las familias. En consecuencia, tampoco estimulará la demanda. Eso sí, gracias a estas medidas y otras complementarias, se aumentará la productividad, es decir, se lanzarán al mercado una cantidad cada vez mayor de productos. De este modo tendremos, por un lado, una demanda interna en estado de muerte clínica y un mercado saturado de productos de todo tipo y género. Lean cualquier manual de economía y les dirá lo que eso significa: deflación. Así que si alguien se tomara en serio el programa del PP (cosa que espero que no haga el futuro ministro de economía) nos encontraríamos de aquí a un par de años con un Estado en bancarrota y una economía deflacionaria. Sabemos que, en lo personal, Rajoy y Zapatero se tienen simpatía, nunca pensamos que el primero estaba empeñado en hacer que echáramos de menos al segundo.
   La economía no es el único tema en que el programa del PP homenajea al PSOE. El otro tema es el aborto. ¿Se acuerdan de aquel PP que llamaba "asesino" a Felipe González por aprobar una ley del aborto con tres supuestos? Ahora resulta que la ley de los tres supuestos es el objetivo del PP en este tema. Dicho de otro modo, el PP es el PSOE con treinta años de retraso. Uno se pregunta a qué viene esa insistencia del PP en el tema del aborto. La respuesta que se le ocurre a todo el mundo es que detrás del PP está el Opus Dei. La verdadera respuesta es todavía peor. El tema del aborto es uno de los temas favoritos de los políticos de todo espectro por tres razones: está fuertemente cargado de ideología, hagan lo que hagan no va a cambiar ninguna realidad y, lo más importante, es gratis. Cambiar una ley sobre la protección del medio ambiente cuesta millones de euros, cambiar una ley sobre el aborto sólo cuesta el precio del papel en el que va impresa. Por lo demás, las mujeres seguirán abortando bien en la seguridad social y conforme a la ley, bien en la seguridad social buscando los subterfugios de la ley, bien en clínicas privadas de acuerdo con la ley o bien en clínicas privadas de modo ilegal. Por supuesto, no existen estadísticas al respecto, pero no estaría de más averiguar qué incidencia han tenido los cambios legislativos sobre las tasas de aborto real en los últimos cincuenta años de nuestro país. Yo apuesto porque no ha tenido ninguna. La única diferencia, la única diferencia significativa, es que en los sesenta sólo podían abortar con garantías sanitarias las hijas de familias con fuerte poder adquisitivo y con la última ley aprobaba puede abortar con garantías sanitarias cualquier mujer. Sinceramente, yo preferiría una ley que permitiese que ninguna mujer tuviera necesidad de abortar. Pero claro, esta ley sí que sería cara, es decir, no resulta "progresista" pedirla.
   El programa del PSOE es igualmente un guión digno de "Vaya semanita", el genial programa humorístico de la televisión vasca. El Sr. Rubalcaba, ese miembro de un gobierno que se acostó socialista y se levantó convertido en Eduardo Manostijeras Liberal, propone ¡aumentar el gasto público! No sabemos si con "aumentar el gasto público" quiere decirse volver al nivel de gasto que había antes de que el gobierno del que él formaba parte metiera las tijeras o superar ese nivel. Lo que realmente se teme uno cuando oye estas palabras en boca de un socialista es una versión corregida y aumentada del famoso plan E (plan español de estímulo a la economía). Hasta ochenta y tres mil millones de euros se entregaron a los ayuntamientñs, no para que sanearan sus economías, no, sino para que los tirasen en lo que fuera. Hablo por lo que conozco. En mi pueblo sirvieron para construir una preciosas cataratas en una de las entradas, plantar petunias en las rotondas y terminar la parte correspondiente a nuestro municipio de un ramal del metro de Sevilla, cuya entrada en funcionamiento ni está prevista ni lo estará hasta que las ranas se peinen con la raya en medio. Mientras tanto, ir de Alcalá a Sevilla sigue suponiendo, como hace cincuenta años, tomar un autobús que se las apaña para emplear una hora en recorrer quince kilómetros.
   Cuando hablan de aumentar el gasto público, estos socialistas siempre mencionan a Roosevelt, que ganó unas elecciones y no a Keynes, que fue quien explicó cómo funcionaba la cosa. ¡Claro! a Keynes hay que leerlo y con Roosevelt basta ver un documental. Y en los documentales, Roosevelt aparece inaugurando rotondas con petunias. Pero lo fundamental que hizo Roosevelt no fue inaugurar rotondas con petunias sino modernizar, entre otras cosas que incluían la educación, el sistema de transporte norteamericano. Un auténtico plan de aumento del gasto público en nuestro país sólo tendría sentido si contribuyera, por ejemplo, a mejorar nuestro disparatado sistema de transporte. En España sobran aeropuertos y faltan trenes, sobran trenes de alta velocidad y faltan trenes de mercancías, sobran sistemas radiales y faltan modos de llegar, por ejemplo, de Cádiz a Jaén sin pasar por Sevilla. Pero, obviamente, inaugurar un aeropuerto luce mucho e inaugurar una vía de tren convencional viste muy poco, por muy útil que sea.
   Las cataratas, las fuentes, la petunias están muy bien. Yo, personalmente, preferiría que hubiesen construido colegios, por lo escasos que son por aquí y porque no suelen perder sentido cuando surge eso tan imprevisible y raro en este país que se llama "sequía". Entonces se iniciarán las consabidas campañas para el ahorro de agua. Si leen cualquier estudio serio les dirá que, en España, el agua para consumo humano, supone un 12% del total. Una campaña que consiguiese un éxito espectacular reduciría ese consumo a la mitad, es decir, conseguiría un ahorro de agua del 6%. El 88% del consumo de agua es para usos industriales. La gestión de ese agua es tan desastrosa que los cálculos más moderados indican que la mitad del caudal empleado se pierde, entre otras cosas, por deficiencias de la canalización. Dicho de otro modo, el 44% del agua destinada al uso industrial se desperdicia. Un plan E sensato, un aumento del gasto público inteligente, debería empezar precisamente por aquí, por mejorar nuestra gestión del agua, por conseguir ahorrar ese 44% de agua que se desperdicia. Eso generaría verdaderamente mucho empleo, mejoraría la competitividad de nuestras empresas e impediría que nuestros campos quedaran a merced de la pluviometría. El problema está en que mejorar una red de tuberías no es algo muy fotogénico, las rotondas con petunias, sí. Adivine, pues, dónde se va a ir ese aumento del gasto público que preconiza el Sr. Rubalcaba.
   En fin, ya sabe, "rebélate", "pelea por lo que quieres" y "súmate al cambio", pero no vaya a gritar lo que piensa en una plaza pública porque entonces le tacharán de antisistema y, lo que es peor, será verdad.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Paisajes otoñales

   Recuerdo una novela, de autor ruso contemporáneo, que narraba el ascenso de un botarate a la cúpula de una organización mezcla de agencia publicitaria, secta y mafia. En su escalada, descubría que los personajes de la actualidad social, cultural y política eran, en realidad, el producto de unos buenos guiones y sofisticadísimas técnicas de animación. La totalidad de imágenes de los telediarios procedían de ahí, desde la visita a un hospital del Jefe de Estado, hasta los atentados en Chechenia. La cosa se complicaba porque, en un determinado momento, el protagonista recibía gruesos sobres de dinero y tarjetas de felicitación, enviados desde paraísos vacacionales y firmados por los nombres de los personajes, en teoría, sólo ficticios, de la actualidad del país. El relato terminaba con el tipo, ya encaramado en la cúpula de la organización, por voluntad de gente de un nivel superior de decisiones a quienes la novela no retrataba. Allí, aparte de una vida la mar de placentera, desarrollaba un cierto gusto por hacer apariciones, como personaje secundario, en diferentes anuncios. Toda esta historia me pareció horriblemente estrambótica y llegué hasta el final, sobre todo, porque estaba en la India y no conseguí encontrar nada más interesante que leer. Sin embargo, ha pasado a formar parte de esos libros y películas que, sin gustarme, recuerdo una y otra vez. De hecho, me acuerdo de ella siempre que leo noticias sobre Rusia. La última es que hasta la organización que se describía en la novela, ha llegado la crisis. Para reducir costes, han decidido no desarrollar nuevos personajes. Por tanto, los dos protagonistas principales de los telediarios de los últimos años, esto es, Putin y Mendeleiev, seguirán siéndolo durante seis o doce años más. Eso sí, para no conducir a los guionistas a un ataque de nervios, volverán a intercambiar sus papeles.
   Todos sabemos que Rusia es una democracia ficticia, España es diferente. Aquí tendremos la oportunidad, el próximo 20 de noviembre (bendita fecha), de elegir entre el PPSOE y el PPSOE para que nos apliquen una política de mercado. Hubo una época, que nos pareció espantosa, en que nuestros gobernantes tomaban sus decisiones basándose en los sondeos de alguna empresa creada a tal fin. Ahora parece una época gloriosa. Hace ya una buena temporada que las estadísticas que se consultan para tomar decisiones políticas son las que reflejan cómo va el mercado. Lo más divertido es ver a los políticos insistiendo en que deben ser los mercados quienes se plieguen a ellos, mientras miran de reojo el diferencial con el bono alemán para saber si van por buen camino o no. ¿Y quiénes componen ese mercado que decide sobre nuestro futuro? Pues, esencialmente, gente con muchísimo más dinero que el tal Alessio Rastani, pero con su misma mentalidad. Éste es un caso para la historia. La BBC, el paradigma de buen hacer periodístico, lleva a un programa de gran audiencia, un “experto” del que, al parecer, lo único que sabe, es su nombre, el monto de su hipoteca y que se dedica a invertir de modo privado (por el monto de su hipoteca, hemos de suponer que cantidades muy modestas). Si ése es todo el curriculum para ser citado como “experto” por la BBC, no quiero ni imaginarme cuál es el curriculum de los “expertos” que citan los medios de comunicación españoles.
   El tal Sr. Rastani, en sus quince minutos de fama, se dedicó a cocinar una buena receta de profecía que se autocumple y que, a buen seguro, le permitirá aparecer como “gurú” la próxima vez. De un modo nada disimulado comunicó a la audiencia que quienes no saquen inmediatamente su dinero de los bancos y lo inviertan en bolsa como hace él, lo perderán todo. Además, dio pistas de cómo hay que invertir: debemos apostar, y fuerte, porque la cosa se va a ir al garete. Tal y como están los mercados, lo único que les hace falta es una legión de pequeños inversores, corriendo como pollos sin cabeza, a la búsqueda de apuestas a la baja que les proporcionen un buen pelotazo. Efectivamente, eso lo mandaría todo al garete en un visto y no visto. Como digo, ésta es la mentalidad de quienes vienen haciendo dinero a espuertas desde hace más de treinta años, de aquéllos a quienes se suelen  considerar genios de las finanzas o, de un modo resumido, triunfadores. El moderno capitalismo nos ha enseñado de todas las maneras imaginable que la destrucción genera beneficios y que, cuanto más grande sea la destrucción, mayores serán los beneficios. Parece que ha llegado la hora de obtener beneficios récord tirando bombas H económicas por doquier. No sé si el Sr. Rastani es quien dice ser o no. Carece de importancia. Se trata de un revolucionario de primer orden al que le bastarían otros quince minutos ante las cámaras para lograr lo que Marx y su Partido Comunista no lograron en dos siglos.
   Afortunadamente, tenemos a nuestros políticos para salvarnos de estos subversivos. Sin pausa, avanza el plan de rescate para Grecia que, ¡adivinen! exigirá nuevos sacrificios, y también se está avanzando en un plan de rescate para la banca. Los buitres del FMI han descubierto que con otra subvención de tamaño descomunal los bancos podrán... ¿Esperar tranquilamente hasta la nueva subvención? Ya lo he dicho, soy viejo, he visto unas cuantas cosas. Recuerdo haber oído argumentar que el subsidio de desempleo no podía ser muy elevado ni demasiado duradero porque, de ese modo, los parados perdían el incentivo para buscar trabajo. ¿Las subvenciones a la banca sí pueden ser elevadas y duraderas? ¿para qué? ¿para que pierdan el incentivo de buscar clientes? Quien realmente necesita un plan de rescate, masivo e inmediato, no es Grecia ni la banca, son las familias. El nivel de endeudamiento alarmante es el de las familias, españolas en particular y europeas en general. Hasta que las subvenciones no vayan a las familias para que salgan de su asfixia cotidiana, esta crisis no va a hacer otra cosa que agrandarse. Pero claro, una de las cosas más graciosas de la macroeconomía es que los macroeconomistas olvidan que ése no es el nivel último de explicación posible, mejor todavía,  ése no es el nivel explicativo. Las explicaciones, las explicaciones reales, siempre están a nivel microeconómico porque la economía, como el poder, siempre es “micro”.
   Hablando de “micro” (es decir, de microcerebros), acabamos de enterarnos que el sueldo de Dña. Esperanza Aguirre es el de cinco profesores de secundaria. Como los profesores de secundaria sólo trabajamos 18 horas semanales, esto es, sólo trabajamos cuando estamos en clase con los alumnos/as, hay que suponer que ella trabaja 90 horas semanales. Lo cual significa, si mis cálculos no fallan, que la Sra. Aguirre se pasa 13 horas diarias en su despacho, porque, en justa correspondencia, consideraremos que ella, cuando no está en su despacho, es que no trabaja. Por supuesto, estas horas diarias incluyen sábados y domingos. Esas son las cuentas según la Sra. Aguirre y si resulta que ella no dedica 13 horas diarias a estar en su despacho es que trabaja menos que los profesores. Pero bueno, tampoco le vamos a pedir a la Sra. Aguirre que sepa de matemáticas. A estas alturas nadie le pide seriamente que sepa de nada. Son las cosas que pasan en Madrid. En la periferia estas cosas no pasan. Pasan otras.
   Es de agradecer la sensatez de CiU. Haciendo gala de una exquisita coherencia, ha decidido no inmiscuirse en las próximas elecciones del país vecino y ellos siguen recorta que te recortaré aquí y allá, hoy un geriátrico, mañana un hospital, pasado la enseñanza de nuevo, 1,6 millones de subvención al doblaje de películas americanas al catalán... ¡Huy, no! ¡Perdón! He leído mal la noticia. Los 1,6 millones sí que se los van a gastar. Es lógico, al fin y al cabo, con los recortes en educación, un profesor de lengua puede acabar dando matemáticas, eso sí, en catalán. Lo que los futuros catalanes aprendan, que se mueran en las salas de urgencia de los hospitales, no tiene mucha importancia. Que se enteren del discurso de Nochebuena del President, eso, eso es, fundamental. No sé si CiU va a presentar listas al parlamento de la nación vecina, quiero decir, al parlamento español. Quizás, debería sumarse al plan de ahorro y evitarse molestas porque, con cosas como éstas, no les van a votar ni los del Opus.
   Menos mal que, en medio de tanto desconcierto, uno siempre encuentra buenos motivos para reírse. Uno de ellos es que acaba de surgir un nuevo dúo cómico que son la monda. Se llaman Rubalcaba y Rajoy. La verdad es que no sé quién de los dos me resulta más gracioso. El primero ha dicho, muy serio, como mandan los cánones, que si los socialistas que bajaron el sueldo a los funcionarios ganan, les subirán el sueldo. Lo que no me ha quedado claro es si lo volverán a subir hasta donde estaba o si lo subirán a partir de donde estaba. Supongo que sólo es cuestión de que vayan pasando los días. El segundo ha asegurado que, si sale elegido, no vacilará en no mover ni un dedo, que se compromete a hacer ya veremos qué y que, con él, el país irá hacia alguna parte. Todavía mejor, su partido ya ha elegido lema de campaña. Es conciso, brillante, suena a honestidad, a ausencia de escándalos, a seriedad, a savoir faire. ¿Que cuál es el lema? Muy fácil: “Por el cambio”. Y el caso es que a mí este lema me suena de algo... En fin, para que después digan que estos señores no son capaces de crear ilusión.