La enorme preocupación e interés de nuestras autoridades por la educación se demuestra en el hecho de que, quienes tenemos que materializarla, nos enteramos por las editoriales de lo que enseñaremos dentro de cuatro meses. De entre todos los libros de texto, cuadernos del alumno y del profesor y papelajos varios que han colapsado las salas de profesores de los centros educativos estos días merecen especial mención los referidos a una nueva asignatura, que le robará horas a la Física, la Química, la Historia y antiguallas semejantes. Se le dan diversos nombres haciendo combinatoria con los términos “cultura” y “emprendedor” (por ejemplo, “Cultura Empresarial y Emprendedora”) y se va a impartir en todos los niveles educativos, es decir, la sufrirán alumnos/as desde los 12 a los 18 años. Se insinúa, ya de entrada, que las elevadísimas tasas de paro de nuestro país son culpa (como todo) de una educación que no prepara para el mundo laboral. Afortunadamente, los españoles tenemos un ministerio que vela por suplir las deficiencias de sus funcionarios y, para ello, nada como una misma asignatura, repetida seis años consecutivos, con el objetivo, de:
“preparar a los jóvenes y las jóvenes para una ciudadanía responsable y para la vida profesional...Se trata de impulsar y fomentar la cultura emprendedora en todos y cada uno de los niveles y ámbitos, de forma que en cada uno de ellos se prepare a alumnos y alumnas para adquirir un perfil emprendedor, innovador y creativo, independientemente del nivel máximo de estudios que alcance. Todo ello sin olvidar los aspectos más concretos relacionados con la posibilidad de creación de un negocio propio o de ser innovadores o "intraemprendedores" en su trabajo dentro de una organización. La competencia "sentido de iniciativa emprendedora y espíritu emprendedor", asociada a esta materia, incide no solo en la pura actividad económica sino en la contribución a la sociedad por parte de los individuos, la inclusión social y el aseguramiento del bienestar de la comunidad”.
Una vez leí la orden de alistamiento de mi padre y su posterior licencia del servicio militar. La primera, recibida en 1936, cuando tenía 17 años, le conminaba a presentarse en la caja de reclutas bajo la amenaza explícita de ser fusilado. La segunda, loaba su “voluntaria adhesión al glorioso alzamiento nacional desde los primeros días”. Después de aquello suelo echarme a temblar cuando aparecen palabras grandilocuentes en los documentos oficiales, esconden amenazas terribles.
La primera cosa que llama la atención de esta asignatura es que nunca se le pide a los/as alumnos/as que recurran a la experiencia laboral de sus padres o, no menos importante, las declaraciones de los emprendedores y sus asociaciones. Al fin y al cabo ahí se halla el primer contacto de cualquier joven con el mundo laboral. ¿Por qué no se empieza con lo más inmediato para los/as alumnos/as como se exige hacer en otras asignaturas? ¿Porque se teme que los alumnos/as vuelvan a oír en clase lo que ya oyen en casa, la opinión de los trabajadores acerca de los “emprendedores”? ¿Porque se le tiene pánico a que descubran que las asociaciones de empresarios están en contra de las (nuevas) elecciones? ¿Porque no se quiere que descubran la prisa que se han dado los “emprendedores” por aterrizar en un mercado tan rico en “cultura empresarial” como Cuba ni sus motivos? ¿O tal vez son las razones para la proliferación de asociaciones de “emprendedores” las que no son conveniente divulgar? Lo más probable es que no se quiera acercar al aula a nadie que sea capaz de decir lo que dijo el sin par “líder emprendedor” (por cierto, educado en el Libro rojo y no en estas zarandajas) Fernando Zhou, presidente de la Asociación de Empresarios Chinos en Valencia-España: “con despido gratís se trabajaría más” (El País, 6-XII-2012).
En vez de acercar a los jóvenes a la realidad del mercado laboral, lo que puede encontrarse en los libros de texto de la nueva asignatura es otra cosa. Se les van a enseñar vagas generalidades del tipo de que “el siglo XXI se va a caracterizar por grandes cambios” (cosa que jamás ha ocurrido en ningún otro siglo). Se les va a explicar que si María suspende su examen es porque no ha estudiado lo bastante, induciéndoles a la conclusión de que si alguien está en paro es porque no ha trabajado lo bastante. Se les va a convencer de que la inteligencia (emocional) está relacionada con la iniciativa personal y que, por tanto, la falta de obtención de crédito para un proyecto es culpa de la incapacidad expositiva de quien lo presenta, no del pánico que provoca en cualquier banquero la palabra “nuevo”. Se les va a inculcar que las empresas buscan trabajadores proactivos, con capacidad de emprender, autónomos, dotados de liderazgo y no quien esté dispuesto a trabajar más horas de las que estipula su contrato por el mismo dinero. Se les va a desorientar con la idea de que los emprendedores pueden surgir de cualquier estrato social, para que tarden lo más posible en darse cuenta de que los contactos familiares son el paso necesario para el inicio en cualquier negocio que se desarrolle en este país. Se les va a adiestrar en el relleno de la solicitud, digamos, de una licencia municipal para la apertura de un local de comida basura, sin aclararles cuáles son los dos trámites imprescindibles: colocar como encargada a la sobrina del alcalde y meter 10.000€ en un sobre para el concejal de turno. Se les van a proyectar inocentes fábulas como El gran salto y, desde luego, nada tan próximo a la realidad como El lobo de Wall Street. Y, por supuesto, se les guiará mediante un cuidadoso análisis de vidas ejemplares que les mostraran las virtudes que adornan a los emprendedores exitosos, obviando que los mejores de ellos, como Henry Ford o Steve Jobs, hubiesen merecido en otro tiempo el calificativo de negreros y sin que nadie mencione, ni por asomo, que tales virtudes también adornaron y, en ocasiones, mucho más, a tantos otros que se quedaron en la cuneta. Un día, estos jóvenes serán de verdad emprendedores y descubrirán que "buen empleado" no significa tener capacidad para innovar, como decía su libro, significa "el que no roba más de lo normal".
Hace un tiempo, cuando a Savater lo escuchaban con atención en el PSOE, convenció a su jerarquía de que “ciudadano virtuoso” y “votante de la izquierda” eran sinónimos. Así nació la asignatura “Educación para la ciudadanía” y, de hecho, “ciudadanía” se convirtió en una etiqueta pegajosa, adherida a viejas y nuevas asignaturas, hasta el punto de que faltó poco para que hubiera unas “Matemáticas para la ciudadanía”. La polvareda que se levantó fue de aupa. Se acusó a los socialistas de indoctrinar a tiernos infantes obligándoles a aprobar una asignatura “ideológica” porque en algunos libros de texto de la misma se afirmaba que existen diferentes tipos de familia o que hay que ser tolerantes con todo el mundo, incluyendo a los homosexuales. Mientras el barullo crecía, en las aulas reinaba el silencio, los/as alumnos/as se aburrían mortalmente teniendo que estudiar cosas como los Derechos Humanos y su génesis. Pues bien, ahora tenemos entre manos una asignatura puramente ideológica, se va adoctrinar a nuestros jóvenes en la mitología oficial. Pero, a diferencia de lo ocurrido hace unos años, no hay discusión, no hay polvareda, no hay nadie que se rasgue las vestiduras. La razón es que esta nueva asignatura es el prototipo de lo que nuestros políticos (los progresistas y los otros) quieren para los jóvenes: algo alejado de los hechos, de la verificación, y de los razonamientos, algo firmemente asentado sobre paparruchas y mentiras. Hay que repetir seis veces, hasta convertirla en una verdad asumida por todos, que quien se halla en el paro es por su incapacidad emprendedora, no porque el paro sea un elemento estructural del capitalismo con la finalidad de mantener los salarios a nivel de subsistencia; que lo mejor que se puede hacer por la sociedad es medrar; que no hay aspecto de la vida humana que no caiga bajo el concepto de mercancía o de los preparativos para fabricar o vender una; que cualquier modo de pensar más allá de la pura lógica capitalista, es una hidra a la que se debe erradicar de la faz de la tierra.
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