miércoles, 13 de julio de 2011

De crisis y fantasmas (1)


   La mayor parte de las crisis vienen provocadas por fantasmas. Es el caso de nuestras crisis personales, que suelen iniciarse cuando nuestros fantasmas nos acorralan. Pero también es válido para las crisis económicas, que no existirían sin cierto género de fantasmas. Son múltiples los fantasmas que se le vienen a uno a la mente cuando piensa en esta crisis. El primero de todos es uno muy parecido a la rana Gustavo, pero cuyo nombre es Alan Greenspan. Hasta que llegó él, el presidente de la Reserva Federal era un señor discreto, que aparecía en televisión una vez al año y a quien sus vecinos le decían: "¿presidente de la Reserva Federal? ¿de verdad existe ese cargo?" Greenspan no quería pasar desapercibido entre sus vecinos, así que decidió aparecer ante los medios de comunicación con la regularidad de los presentadores de telediarios. Los periodistas no entendían muy bien para qué demonios un presidente de la Reserva Federal quería hacer tantas declaraciones y, en verdad, entendían bastante poco de sus datos y análisis. Un día, uno, más avispado que el resto, descubrió que, cuando el Sr. Greenspan, en medio de su avalancha de datos, arqueaba la ceja derecha es que iban a subir los tipos de interés. Por contra, cuando arqueaba la ceja izquierda, es que iban a bajar los tipos de interés. Pronto esta observación se convirtió en una predicción económica. Es más, algunos periodistas de mayor perspicacia, llegaron a establecer que cierta inflexión en la voz de Greenspan anunciaba que, en su próxima comparecencia, arquearía la ceja derecha o la izquierda. Durante un tiempo la cosa pareció funcionar. Greenspan arqueaba su ceja, los periodistas anunciaban la buena (o mala) nueva y los mercados bajaban o subían de acuerdo con ella. El propio Greenspan llegó a la conclusión de que las cosas estaban bien así y, literalmente no movió una ceja, mientras el mercado creaba nuevas herramientas financieras que elevaban a límites disparatados los riesgos. Todo el mundo, incluido Greenspan, parecía estar convencido de que el único riesgo del capitalismo eran sus cejas y que, por tanto, no hacía falta medida regulatoria del mercado alguna. Al final de su mandato apareció toda una oleada de biografías preguntándose si de verdad para pasar a la historia de la economía había que ser un economista teórico y no, por ejemplo, un presidente de la Reserva Federal. Algunos de esos libros estaban firmados por prestigiosos ejecutivos de agencias de calificación y otros por autores que ahora no paran de escribir libros sobre lo mal que se hicieron las cosas en aquella época. Hace poco, cuando se le preguntó a Greenspan por qué no advirtió la catástrofe que se avecinaba, hizo una revelación significativa: levantó las cejas (ambas dos).
   En cualquier caso, el modelo Greenspan triunfó. Los líderes europeos se lanzaron a buscar alguien con cejas bien pobladas que pudiera ejercer las funciones comunicativas que, se suponía, eran las únicas de importancia en el presidente de un banco central. El elegido fue Jean-Claude Trichet. Pero el bueno de Trichet no ha tenido suerte. Nunca entendió muy bien por qué los mercados no seguían las subidas y bajadas de sus cejas. La verdad es que, al principio, estaban más pendientes de las de Greenspan que de las suyas y después ya no miraban las cejas de nadie. Trichet lo intentó todo, se subía y bajaba las gafas, se atusaba el pelo, hacía gestos de cansancio, incluso trató de mover las orejas. Hace poco, con voz cavernosa, anunció que no dudaría en mover un dedo si con eso la Unión Europea volvía a la senda de la recuperación. Ni flores. El pobre hombre aún no ha comprendido que la hora de los gestos pasó, es hora de hacer algo, es decir, es la hora de crear un ministerio de finanzas europeo.
   España, como siempre, es diferente. Formamos parte del poco recomendable club de países con un gobernador del banco central que terminó en la cárcel (¡por fraude a Hacienda!). Como siempre que pasan estas cosas, los políticos se pusieron de acuerdo en nombrar a alguien que le devolviera algo de prestigio a la institución y así acabó de gobernador Luis Ángel Rojo. Tengo que decir, que, durante su paso por el Banco Central de España, me pareció un funcionario gris, en la cara opuesta a Greenspan, alejado de los medios de comunicación y trabajando de puertas para adentro. Fue una entrevista concedida después de dejar el cargo, la que me desveló a un tipo realmente inteligente, que decía verdades como puños y que sabía dónde estaban los problemas. Revisándolo con perspectiva me parece que este señor hizo unas cuantas cosas bien, cosas que nos evitaron caer en el desastre en el que nos encontramos mucho antes. En esto se diferencia del Sr. Fernández Ordóñez. Alguien debería advertirle que, aunque sea gobernador de un banco, él no es banquero. Es realmente difícil encontrarle una declaración que no resulte del agrado de lo más rancio del banquerío español. Cuando no es un ajuste de cuenta con las cajas de ahorro, es un ajuste de cuentas con los salarios o, mejor aún, con las nóminas de los funcionarios.
   Claro, estas cosas ocurren porque los bancos centrales han estado es manos de hombres. Todos sabemos que los hombres somos testoterónicos, pendencieros, agresivos, poco dados al diálogo y poco sensibles. Otra cosa ocurriría si el mundo lo gobernaran mujeres. Ahí tienen el ejemplo de la Sra. Lagarde, primera mujer al frente del FMI. Apenas ha llegado al cargo y ya ha soltado que los planes de ajuste presentados hasta ahora por parte del gobierno griego son demasiado blandos. Es necesaria sangre, mucha más sangre. Hay articulaciones que todavía se mantienen intactas, así que es necesario darle un par de vueltas más al potro. Eso sí, lo ha dicho con esa sonrisa maternal y ese tono tan elegante que la caracteriza. No me cabe la menor duda de que será una excelente directora del FMI, otra cosa es que le aporte algo más que testosterona, insensibilidad y vampirismo.
   Acabar con una crisis siempre exige acabar con los fantasmas que la causaron o, al menos, ponerlos en su sitio. Recordarles que son producto de la propia imaginación o de la imaginación colectiva y que están ahí gracias a nosotros. Dicho de otra manera, que seguirán provocando crisis mientras no les plantemos cara. A veces, en casos extremadamente graves, hace falta llamar a un exorcista para que nos ayude. Conozco a uno que promete maneras. Se llama Joseph Stiglitz, ¿les he hablado de él?

6 comentarios:

  1. Manuel aunque no tenga nada que ver con este post, no he podido evitar preguntarme el porque de uno de sus últimos tuiteos. Ciencia: palabra que usada en psicología economía y nigromancia significa "forma de hacer negocios". Simplemente me preguntaba el porqué afirma usted eso. Si lo tiene a bien, le agradecería que me respondiera, gracias.

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    1. Tiene Ud. razón en que no tiene que ver con este post. Creo que ya me he explicado sobre este tema, pero no está de más volver sobre él. En esencia hay tres temas que confluyen aquí. El primero es que el término "ciencia" vende. Basta ver los anuncios para comprobar cómo los detergentes lavan "científicamente" más blanco. El segundo es que una serie de disciplinas de las que es más que dudoso que hayan cruzado el umbral de cientificidad por muchas matemáticas que utilicen, buscan el resguardarse bajo el término "ciencia" con las más peregrinas excusas (caso del marketing). El tercero es que los profesionales de esas disciplinas en ningún momento están dispuestos a cuestionarse el hecho de si hacen o no ciencia porque eso les supondría perder clientes. Por qué mencionaba en concreto a la medicina y a la psicología puede entenderlo si repasa estos enlaces:
      http://iceautogestion.org/index.php?option=com_content&view=article&id=322:los-conflictos-de-intereses-de-los-economistas&catid=19:noticias
      http://www.eleconomista.es/economia/noticias/6857722/07/15/Las-predicciones-fallidas-del-FMI-o-como-el-conflicto-de-intereses-determina-las-previsiones.html
      http://politica.elpais.com/politica/2015/07/18/actualidad/1437244114_500924.html

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    2. Gracias Manuel por tomarse la molestia de responderme y adjuntarme los enlaces. A lo que me gustaría aportillar los siguiente:
      Aunque entiendo su postura, el caso del psiquiatra de Sevilla
      No me parece el mejor ejemplo para argumentarla, o al menos no entiendo como la argumenta. En mi modesta opinión, seria mas idóneo un caso donde un médico haya cometido una mala praxis con un paciente, sin llegar a aprovecharse de él.
      Por otra parte aunque no he leído suficiente sobre marketing como para opinar sobre el tema, lo que usted afirma difiere mucho con respecto a lo que me han inculcado a mí en la facultad de ciencias económicas, en donde ya el primer día el propio catedrático nos insistía una y otra vez en que los modelos y teorías por las que se sustenta el marketing no son del todo fiables, solo una referencia, esto es, en definitiva que en marketing 2+2 no tienen porque ser 4.
      Un saludo y le animo a que siga escribiendo.

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    3. Gracias a Ud. por comentar.
      Me temo que la tendencia dentro del marketing de los EEUU va, desde hace tiempo, en otra dirección. En un volumen como el publicado por Michael J. Baker, con el título de "Marketing theory" y subtitulado "A student text", se argumentaba a principios de este siglo que el marketing era una ciencia ¡¡porque tiene paradigmas!! (págs. 26-7).
      La argumentación en torno al caso del psiquiatra sevillano es la siguiente. ¿Qué hubiésemos pensado si, en lugar de ser un psiquiatra hubiese sido un curandero el que llevase 25 años abusando de sus víctimas? Con seguridad todos hubiésemos pensado: normal. Pues bien, ¿cuántos casos de este tipo hay entre curanderos y cuántos entre dignos profesionales de la medicina? Me temo mucho que el adjetivo "científico" nos confunde y nos lleva a suponer que las prácticas realizadas bajo él tienen que ser, inevitablemente, honradas, suposición ésta que es aprovechada con enorme frecuencia por todo tipo de desaprensivos con o sin titulo y por todo género de instancias de los poderes establecidos..

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  2. En relación al caso del marketing Manuel, opino que la parte científica está relacionada con el desarrollo del producto en cuestión, las pruebas a las que éste se somete y a la seguridad de que alguien lo necesita, y la publicidad la considero una parte más artística. Creo recordar que en cierta ocasión usted publicó un comentario en twiter, el cual no sé ahora si iba por esa línea, pero veía a comentar lo siguiente: "no se puede demostrar que el dinero invertido en publicidad ayude a aumentar las ventas".
    Aunque no quiero pecar de latoso insisto que no es eso lo que se divulga en la US, es decir, que el marketing es una ciencia. Lo más parecido a una prueba o evidencia sobre este tema, que he estudiado, son una serie de ratios como la rentabilidad de marketing sobre la inversión (RMI) por citar alguno.
    Por ello su último comentario me desconcierta, y aun más, sabiendo que son los americanos los que dictan las novedades en este campo, (de hecho te puedes dar una buenas risotadas con mi libro de dirección comercial de lo bien traducido que está).
    Me gustaría conocer su opinión si es tan amable de responder.

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    1. Estimado Sr. Bocanegra, en efecto, me cita Ud. creo que literalmente. Me parece que sobre este tema hay dos cuestiones muy diferentes y, precisamente es sobre esa diferencia sobre la que yo quería llamar la atención. Por una parte, está el interés, entre otros del marketing por promocionarse como una ciencia. Por otra está la posible base para una argumentación semejante que, en mi opinión, es inexistente. Si rebusca entre mis tuits también encontrará uno en el que decía que el objetivo de los técnicos de marketing no es conseguir que se venda más un producto, su objetivo es vender su producto llamado "campaña de marketing". A tal fin, presentarse como "científicos" es fundamental y no me cabe duda de que lo harán, con la excusa de Kuhn, de la neurociencia aplicada a las ventas o cualquier otra historia.
      Por otra parte, me gustaría comentarle lo siguiente. Me resulta extremadamente gratificante nuestro intercambio de pareceres, pero me parece que estamos emborronando innecesariamente esta entrada. Si lo cree oportuno, puede dirigir sus comentarios a mi correo malual@telefonica.net y seguiremos hablando de este tema que, por otra parte me interesa sobremanera pues, como Ud. sabe, para bien o para mal, el marketing está conformando nuestra manera de pensar.

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