Como buen andaluz, crecí oyendo que los extremeños eran: a) unos zaborioh (en castellano, desabridos) y b) nuestros parientes pobres (tanto que ni tenían playas). Conforme fui creciendo comencé a pensar que a) también hay musho andalú zaborioh (en castellano, muchos andaluces desabridos); b) tienen un jamón que quita las tapas del sentío; y c) estaban mejor administrados o gobernados que nosotros. Tres décadas de gobiernos socialistas no han dejado ningún escándalo notable, lo cual quizás no demuestre que han sido un prodigio de honradez, pero sí que han sido inteligentes. Sea como fuese, el PSOE perdió la mayoría absoluta en las últimas elecciones autonómicas, siendo el PP el partido más votado. No obstante, tampoco consiguió la mayoría absoluta. Esta quedó en manos de los tres diputados de Izquierda Unida. Aparentemente la cosa estaba clara. Es la situación en la que espera encontrarse el PSOE andaluz para perpetuarse en la poltrona tras las próximas autonómicas. Pero Extremadura no es Andalucía.
La actitud de las bases de IU respecto de un posible pacto con el PSOE ha sido de franca hostilidad. Desde Andalucía se puede entender muy bien. El cabeza de cartel de IU en Extremadura, la persona que ha conseguido que esta formación entrara de nuevo en el parlamento regional, Pedro Escobar, lo explicaba en una entrevista. Literalmente venía a decir que Extremadura había pasado de cuarenta años de caciquismo franquista a veintiocho años de caciquismo socialista, que la gente de los pueblos estaba hasta las narices de la prepotencia de los alcaldes del PSOE y que permitir que gobernara el PP no era del gusto de nadie, pero que la prioridad era purgar al PSOE. Ciertamente hay mucha gente en Andalucía convencida de que el modelo ideal de sociedad que persigue el PSOE no es el falansterio sino el cortijo. Pocos hechos he podido contraponer a quienes así me han argumentado. Recuerdo a cierto insigne socialista tratando de aterrorizar a sus alumnos/as para que no ejercieran su fascistoide derecho a la manifestación. Hay alcaldes del PSOE cuya expresión favorita es "quien manda, manda". Existe una interminable serie de altos cargos del mismo partido que tienen por norma encargar las demandas y sugerencias de sus subordinados al Sr. Alcesto o a la Sra. Papelera. Sí, desde Andalucía se puede entender a qué se está refiriendo el Sr. Escobar. Pese a ello, el Sr. Escobar se mostraba dispuesto a votar a favor del candidato del PSOE, y así lo defendió ante las bases, a menos que éstas optaran por otra cosa, como efectivamente ocurrió.
A partir de aquí, la historia comienza a tomar tintes grotescos. El coordinador general de IU, el Sr. Cayo Lara parece haber llegado a la conclusión de que, si el Sr. Zapatero es de izquierdas y va por ahí buscando charcos donde meterse, él, Cayo Lara, que es más de izquierdas, tiene que meterse en más charcos todavía. Primero se pasó toda la campaña electoral asegurando que IU no permitiría "ni por activa ni por pasiva" gobiernos del PP. Declaración ésta que, a todas luces, sobraba. Después, alguien le aconsejó que debía dejarse ver por las acciones de los del 15M. Yo no dudo que su intención fuera buena, pero verlo en un acto para impedir un desahucio no podía dejar de dar la impresión de que estaba allí para chupar cámara. Una buena parte de los presentes así lo entendió y acabó abucheado. Para terminar se presentó en Extremadura diciendo que no votar al PSOE era votar a los que fusilaron a republicanos en la guerra civil. Me van a permitir que en semejante comparación sí dude de su buena intención. Ahora asevera que, con independencia de lo que votaran las bases, los diputados de IU tienen que votar al PSOE, todo lo más, forzar unas nuevas elecciones, o prepararse para lo que se les va a venir encima. Y aquí apareció el Sr. Vara.
Guillermo Fernández Vara es el expresidente y candidato del PSOE a la presidencia de la Junta de Extremadura. En las postrimerías de la campaña electoral afirmó que si no salía elegido se iría sin más problemas a su casa. Obviamente todavía no se ha ido. Al oír al Sr. Lara decir que podría haber elecciones anticipadas, propuso que el PSOE votara al candidato del PP para impedir tal posibilidad. "Extremadura está en un momento difícil y no es cuestión de empeorarlo con nuevas elecciones". A esto se le llama responsabilidad institucional. Pero ¿y el candidato del PP? El Sr. Monago está como un niño con zapatos nuevos. Ha cogido el programa de IU y lo ha convertido en el catálogo de sus primeros cien días de gobierno. Ahora que, por fin, el PP va a gobernar en Extremadura, mano dura con los ricachones, subida de impuestos, rediseño del mapa electoral para favorecer a las minorías, descuelgue del retrato del rey, declaración de la Tercera República, y sustitución del himno extremeño por el himno de Riego si hace falta. En definitiva, el lema de cualquier buen político llevado a su extremo: "lo que sea por pillar".
En fin, a lo que iba, que parece que estamos ante un político sincero y coherente, el Sr. Pedro Escobar. El problema está en cuánto tiempo le van a dejar que lo siga siendo.