domingo, 4 de abril de 2021

Ciencia en un cubo.

   Hace unas semanas, una entrevista con Alexandra Elbakyan en The Wire Science, levantó de nuevo una polémica sobre la que quisiera pronunciarme aquí, porque después digo unas cosas y la gente va contando por ahí que he dicho otras. Así que, para evitar interpretaciones que distorsionen mis palabras quiero dejar claro que NUNCA, JAMÁS, le he recomendado a nadie que se instale Telegram. Es cierto que esta aplicación se puede encontrar fácilmente en Google Play y que su instalación en ordenador, en móvil y en tablet resulta extremadamente sencilla. Es cierto que si uno se la instalara en los diferentes dispositivos, automáticamente se sincronizarían entre sí. Es cierto que, con independencia de cuáles puedan ser sus intereses, con toda seguridad, encontrará un canal que le mantendrá informado de un modo constante de todo lo que se va moviendo en ese campo de interés. Es cierto que no hay más que irse al icono situado arriba a la derecha, que es una lupa, para buscar los canales y que, para mantenerse vinculado a uno sólo hay que pulsar la pestaña de “Join Chanel”. Pero que NO se les ocurra hacer nada de esto. Si lo hacen, antes de que se den cuenta, tendrán las puertas abiertas a toneladas de contenidos inaccesibles de otro modo y se encontrarán descargando películas y libros, obteniendo enlaces para la retransmisión en directo de eventos deportivos, etc. Les recuerdo que el hecho de que a los clubes de fútbol se les subvencione directa e indirectamente con el dinero que ha pagado Ud. en concepto de impuestos, que muchos de ellos lleven décadas sin pagarle a la Seguridad Social o a Hacienca, que evadan impuestos descaradamente con fichajes, traspasos y todo tipo de operaciones en cantidades tales que podría hacer disminuir la presión fiscal sobre el común de los mortales, nada de eso le exime a Ud. de pagar por ver el sudor y las lágrimas de unos deportistas, igualmente evasores de los impuestos que Ud. paga, de los que viven, literalmente, decenas de miles de familias en este país. Y otro tanto cabe decir del cine. Es verdad que cada película obtiene beneficios antes de estrenarse por la publicidad encubierta que lleva. Es verdad que esa publicidad encubierta resulta despreciable comparada con la publicidad ideológica que encubren. Es verdad que, por ello, reciben el apoyo explícito de muchos Estados. Por supuesto que sólo se les permite arañar con sus críticas la piel del capitalismo, la coraza del pensamiento único, la armadura de nuestros sistemas democráticos de pega, para dejar claro que quien tiene dinero para financiar una película puede permitirse el lujo de criticar lo que quiera. Pero Ud. amigo mío, tiene que pagar por tragarse toda esa propaganda, para que así la respete y le sepa mejor al vomitarla. Y no me venga con el cuento de que entonces nada de esto es cultura sino pura y simple mercancía. La cultura, como todo el mundo sabe, no ha llegado a ser lo que es gracias a quienes, como Ud. han aprovechado cualquier resquicio para expandirla. Al secretismo, al control de lo que se publica, a los derechos de autor, debemos la expansión de la pintura, de la escultura y de la escritura. La cultura humana ha alcanzado los niveles que caracterizan a nuestra especie, gracias a quienes tanto se han esforzado por dejar sin ella a los que no pueden pagarla. La educación sí, la educación puede ser libre y gratuita, pero ¿los libros? Quien no pueda pagar un libro que no lo lea o que espere a que se traduzca y lo compre una biblioteca cercana, quiero decir, que se pudra esperando. ¡Los libros para quienes pueden pagarlos, puñetas! O a ver si va a ser Ud. de esos que pretenden que Gutenberg hizo más por los libros que Torquemada. ¿Dónde llegaríamos por aquí? ¿a que cualquiera pudiera realizar investigaciones sin estar sometido a la disciplina de una institución? ¿a que nuestras democracias permitiesen investigadores no subvencionados? ¿qué sería lo siguiente? ¿el pensamiento libre?

   Y, por supuesto, las revistas. La señorita Elbakyan ha soltado, nada menos, que ¡el comunismo es más acorde con la ciencia! ¿De dónde habrá sacado semejante herejía? ¿de cualquiera de los libros de filosofía de la ciencia del siglo XX? ¿de un curso elemental sobre historia de la ciencia? Está muy equivocada la Srta. Elbakyan. La ciencia no se basa en la publicidad, en compartir los resultados, en la colaboración. La ciencia se basa en el ocultismo, en aceptar las cosas sin crítica, en la autoridad de quien paga y manda. La ciencia consiste en que si un laboratorio recibe fondos obtenidos de todos los ciudadanos con el objetivo de realizar una investigación, para que los resultados de la misma lleguen a todos los ciudadanos, debe permitir que una empresa privada, como Nature, Wyler o Elsevier, se lleven una buena tajada, quiero decir, nos hagan pagar a todos otra vez por lo que ya hemos pagado. El pago doble, he ahí el santísimo corazón del capitalismo con el que quieren acabar los anarquistas violentos. Que sí, que el negocio de las publicaciones científicas promueve el sensacionalismo en ciencia, que importa más publicar pronto algo desconcertante, que algo que pueda considerarse científicamente asentado, que oculta a los ojos de todos, por ejemplo, los resultados poco alentadores de medicamentos fabricados por las empresas que tantos anuncios insertan en las revistas científicas. Pero, ¿qué es eso? ¿qué es la insignificancia de que las revistas científicas hayan abierto las puertas a fraudes cada vez más frecuentes en ciencia comparado con la magnitud de los beneficios...económicos para ellas? Debe haber cada vez más revistas científicas, cada vez más especializadas, con tiradas diarias, que cobren cada vez más por sus artículos, que exijan artículos cada vez más breves, más plagados de imágenes, cada vez con menos fórmulas, cada vez más impactantes y que sólo puedan consultar unos cuantos. ¡Así progresa la ciencia! ¡Así progresará más rápido! Por tanto, NO se les vaya a ocurrir JAMÁS, acceder a sci-hub.se, la página de la Srta. Elbakyan en la que pueden obtener gratuitamente una enorme cantidad de artículos científicos. Este deseo mío se ve ayudado por un buen número de servicios de Internet que bloquean dicha dirección mostrando que, entre la luz del saber y la oscuridad de las tinieblas, han elegido el lado correcto. Quienes NO lo tienen tan claro son los servicios gratuitos de VPN como https://www.4everproxy.com/, https://free-proxy-list.net/web-proxy.html., http://free-proxy.cz/en/web-proxylist/ o el explorador Opera con VPN incorporado, que siguen permitiendo el acceso a este sitio y muchos otros bloqueados. 

   Si, pese a mi advertencia, se empecinan en instalarse Telegram, NI SE LES OCURRA unirse al canal @scihubot para tener de modo inmediato, directo y gratuito en sus dispositivos el artículo que pidan en cuanto le suministren el DOI correspondiente. Como ya les he explicado, habrían elegido el lado equivocado de la lucha entre el bien  y el mal. No les voy a decir nada si, además, se unen también al canal @libgen_scihub_bot, la versión para Telegram de sitios perversos como como http://libgen.rs, https://libgen.me o http://en.bookfi.net desde los que pueden acceder a una infinidad de libros científicos y técnicos. ¡NO hagan semejante cosa! ¡líbrense de la pesadilla de una cultura para todos y gratuita! ¡apártense del infierno del saber libre!

Bien, ya he dicho lo que tenía que decir, que nadie me venga ahora con la milonga de que he dicho lo que no he dicho.

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