domingo, 7 de marzo de 2021

La ciencia de la creatividad (7. Principio de separación)

   Si ha manejado la matriz de contradicciones que dejamos en la entrada anterior sobre creatividad o si, al menos, le ha echado un vistazo, habrá podido comprobar que hay una serie de casillas que permanecen vacías. Para ellas los 40 principios inventivos no ofrecen solución alguna. Característicamente, toda la diagonal de la matriz se encuentra en esta situación. En estos casos pedimos que aumente un parámetro y que disminuya ese mismo parámetro. Semejante petición demuestra, según TRIZ, que ya no nos encontramos ante una contradicción técnica (queremos mejorar algo sin que empeore otra cosa), sino ante una contradicción “física”, queremos A y no-A. En realidad, nos dice Altshuller, bajo toda contradicción técnica subyace una física y aunque podamos resolver las contradicciones técnicas mediante la matriz de contradicciones u otro protocolo, el mayor grado de creatividad se logra si vamos a la raíz del problema, a la contradicción física. Esta manera de entender las cosas significa que los 40 principios inventivos constituyen otras tantas formas de aplicar principios mucho más radicales en ese sentido de mucho más cercanos a la raíz de la cuestión. Ahora bien, si los 40 principios inventivos daban cuenta de algo así como el 80% de las patentes no triviales que circulan por el mundo, entonces nos hallamos ante la sorprendente afirmación de que existe un número extremadamente reducido de principios que pueden explicar unos cuatro millones de patentes. De hecho, toda esa masa ingente de inventos pueden explicarse en base a un único principio: el principio de separación. Como tal el principio de separación tiene cuatro formulaciones:

   - Principio de separación en el tiempo. Si debemos satisfacer requisitos contradictorios entonces debemos distribuirlos en momentos diferentes. El caso de los trenes de aterrizaje de los aviones constituye un ejemplo típico. Obviamente los aviones deben tener tren de aterrizaje para que éste no constituya una catástrofe, pero la velocidad de vuelo alcanzada por los aviones a reacción hace del tren de aterrizaje un obstáculo para el vuelo y sufrirían daños durante el mismo. Por tanto, los aviones con motor a reacción deben tener tren de aterrizaje y no deben tener tren de aterrizaje. El principio de separación en el tiempo establece que la solución se halla en que tengan el tren de aterrizaje en unos momentos concretos (aterrizaje y despegue) y no lo tengan en otro (vuelo). Por tanto, debe diseñarse un sistema para que despliegue el tren de aterrizaje en el momento en que se necesite y lo haga desaparecer en el vientre del avión en los momentos en que no se lo necesita.

   - Principio de separación en el espacio. Ante requisitos contradictorios debemos preguntarnos si necesitamos que ambos requisitos se hallen presentes en los mismos lugares. Si no se necesita su presencia en el mismo lugar, entonces podemos proceder a su separación en el espacio. De un modo intuitivo, los docentes utilizan este principio cotidianamente en el aula cuando dos o más alumnos interrumpen el normal decurso de las clases. Por una parte se requiere que ocupen un lugar en el aula para que sigan recibiendo la enseñanza pertinente. Por otra parte, si permanecen ocupando su lugar en el aula no van a recibir la enseñanza pertinente porque la cercanía de unos a otros la va a perturbar. Debe procederse, pues, a una reasignación de los lugares que ocupan separándolos en el espacio. Esta práctica implica una mejora en las condiciones adecuadas para impartir clase en algo así como ocho de cada diez casos. Dicho a la inversa, el apelotonamiento de alumnos en aulas con espacio insuficiente priva al docente de una herramienta fundamental para mantener el ambiente adecuado de enseñanza en el aula sin recurrir a medidas punitivas de mayor envergadura.

   - Principio de separación entre el todo y la parte. Si los requisitos contradictorios no pueden separarse en el espacio y/o el tiempo, debe intentarse una separación de los mismos entre el microsistema y el macrosistema. Aquí se nos abren siempre dos posibilidades, la primera consiste en que el requisito A se asigne a las partes y el no-A al todo o, a la inversa, que el requisito A se asigne al todo y el no-A a las partes. La cadena de una bicicleta constituye un ejemplo típico de sistema con propiedades contradictorias entre el todo y las partes. En su totalidad se trata de un sistema flexible, pero cada uno de sus eslabones se caracteriza por la solidez exigida para que el mecanismo de pedaleo no lo deforme. Habitualmente entendemos un sistema aleatorio como un sistema constituido por partes que fluctúan sin ninguna regla, pero este modo de entender las cosas resulta erróneo. Elijamos un procedimiento cualquiera para tomar decisiones que admitamos como aleatorio, digamos, el lanzamiento de un par de dados. Supongamos que en nuestro primer lanzamiento sale el número ocho. Escribiremos los primeros ocho números pares. Supongamos que en el segundo lanzamiento sale el número once, escribiremos los once primeros números impares, etc. La sucesión de números que obtenemos así tendrá un carácter aleatorio pese a que la constituyen secciones que no tienen nada de aleatorio. Sin embargo, podrían obtenerse predicciones correctas la mayor parte del tiempo.

   - Principio de separación en ámbitos o por condición. Una última posibilidad consiste en situar uno de los requisitos de la contradicción en un entorno determinado y el otro requisito en otro. Una parte extraordinariamente significativa de la historia de la filosofía puede ponerse como ejemplo de aplicación de este principio, comenzando por Platón. En efecto, ante la evidente contradicción de la inmovilidad del ser parmenídeo y el continuo devenir de Heráclito, Platón propuso una separación entre dos ámbitos, de modo que tanto Heráclito como Parménides tendrían razón en sus propuestas bajo ciertas condiciones. Entre ambos, naturalmente, el abismo. El universo de Aristóteles se caracteriza precisamente por hallarse recortados en dos ámbitos marcados por la esfera lunar, más allá de la cual se encuentra el quinto elemento o quintaesencia con sus movimientos circulares. La misma separación en ámbitos constituyó la solución característica del pensamiento medieval cristiano a la cuestión de las relaciones entre razón y fe. Pero quizás el ejemplo más paradigmático de construcción de un sistema filosófico por aplicación reiterada y sistemática del principio de separación en ámbitos o bajo condiciones lo encontramos en Kant, cuya filosofía crítica incide una y otra vez en el mismo tipo de respuestas a los más diversos problemas. Curiosamente al mismo Kant que aplicó una y otra vez un principio clave del ars inveniendi le debemos también haber convencido a la posteridad de que cualquier ars inveniendi debía considerarse imposible.

   Inmediatamente se nos plantean toda una serie de cuestiones sorprendentes: ¿qué filosofía platónica podríamos construir si respondiésemos a sus mismas preguntas aplicando cualquiera de las otras tres versiones del principio de separación? ¿qué aristotelismo surgiría de ellas? ¿qué respuestas alternativas al problema fe-razón conseguiríamos? ¿qué filosofía crítica, diferente a la de Kant, se halla encerrada en sus textos a la espera de que otras versiones del mismo principio utilizado para responderlas acuda en su rescate? En definitiva, ¿qué modos de pensar posibles quedaron sin desarrollar en el pensamiento occidental y a qué hubiesen conducido?

No hay comentarios:

Publicar un comentario