domingo, 7 de febrero de 2021

La ciencia de la creatividad (5. Prolegómenos a TRIZ).

   Según Altshuller, únicamente podemos hablar de problemas inventivos si hemos de enfrentarnos a una contradicción. Típicamente se distinguen en TRIZ tres tipos de contradicciones: administrativas, técnicas y físicas. Una contradicción administrativa consiste en detectar el abismo que hay entre las necesidades existentes y las habilidades y los recursos a nuestra disposición. Toda contradicción administrativa revela la existencia en su seno de una contradicción técnica. Las contradicciones técnicas se caracterizan porque existe un parámetro, digamos potencia, cuya mejora conlleva, aparentemente, el empeoramiento de otro, digamos el peso. Si un ingeniero quiere dotar de mayor potencia a un motor, con toda seguridad su primer intento consistirá en aumentar su tamaño, con el consiguiente sobrepeso, lo cual hará que se necesite una mayor potencia para moverlo y una vuelta a la situación original en un círculo sin aparente salida, pero que, con las herramientas típicas de la ingeniería, permitirá una sucesión de mejoras relativas. Existen varios protocolos en TRIZ para solucionar las contradicciones técnicas, de los cuales hablaremos más adelante. Sin embargo, de acuerdo con los textos de Altshuller, una contradicción técnica siempre lleva en su interior una contradicción física y aquí ya no hablamos de algo que mejore y algo que empeore, sino de una situación en la que queremos, a la vez, A y no-A. Las soluciones verdaderamente inventivas provienen de solucionar los problemas a este nivel, porque suponen un salto cualitativo respecto de la evolución que ha habido hasta ese momento. Antes de que sigamos adelante, merece la pena que nos paremos a analizar con mayor profundidad lo que llevamos dicho.

   En primer lugar, por supuesto, el concepto de contradicción. Su uso en Altshuller goza de exquisita ambigüedad. Siempre que no se refiere a contradicciones físicas, resulta indistinguible de “conflicto” y, en sentido estricto, las contradicciones físicas más bien merecerían el calificativo de “lógicas”. De hecho, tras el abandono de la matriz de contradicciones, este segundo sentido se ve fagocitado por el primero, a la vez que el propio término “contradicción” pierde su omnipresencia en los escritos de Altshuller para aparecer únicamente cuando se describe lo que debe considerarse un problema inventivo.

   En segundo lugar, debe quedar claro que hay tres tipos de consideraciones habituales que acaban de quedar excluidas de lo que intenta hacer TRIZ: el ensayo y error, la optimización y el compromiso. El ensayo y error, el modelo típico de aprendizaje del empirismo y/o conductismo, el que hizo de Edison un mito capaz de probar 30.000 materiales hasta encontrar el que podría servir de filamento en sus bombillas, constituye para Altshuller el paradigma de lo que significa perder el tiempo y ralentizar el progreso humano. Como dijimos, TRIZ se propone llevarnos exactamente a un espacio acotado donde se halla nuestra solución. Si hay que hacer más de media docena de intentos para encontrar el modo en que podemos aplicar la solución que nos ha propuesto, debemos pensar que hemos planteado mal las cosas y volver al principio. A Edison, Altshuller lo cita reiteradamente como ejemplo de lo que no hay que hacer. Sólo debemos dedicarnos a besar sapos si utilizamos la excusa de que uno acabará convirtiéndose en príncipe para ocultar nuestra debilidad por el sabor de los sapos. Tampoco se trata de conseguir que un sistema funcione mejor de lo que lo hace, ni se trata de conseguir el justo término entre dos contrarios sacrificando algo por un lado y algo por otro. A diferencia de la síntesis dialéctica, TRIZ no intenta encontrar una amalgama útil de los términos en contradicción que obligaría al desarrollo del sistema porque la contradicción, lejos de eliminarse, sigue presente. La contradicción, como tal, desaparecerá y desaparecerá pese a que nos quedaremos con el máximo de los dos términos en conflicto, consiguiendo así no el motor que nos otorga el máximo de potencia aumentando el peso dentro de los límites tolerables, sino el motor que nos entregará la mayor potencia imaginable sin aumentar ni un gramo su peso. Cualquier compromiso, señala Altshuller, no hace sino trasladar los problemas, sin resolverlos, al futuro.

   Por supuesto, en tercer lugar, TRIZ ha tenido una extensísima aplicación en el mundo de la ingeniería. De ella nació y en ella ha demostrado todas sus potencialidades. Si sus principios constitutivos se hubiesen originado en el estudio de 200.000 patentes, de 400.000 patentes, siempre se podría pensar que hablamos de un instrumento basado en el modo en que los ingenieros se enfrentan con su práctica cotidiana. Pero si sus principios resultan adecuados para explicar cuatro o cinco millones de patentes de todo el mundo y de todos los campos patentables, como se ha demostrado posteriormente, entonces ya no podemos fingir que nos enfrentamos al modo en que los ingenieros tratan de resolver problemas. Altshuller insiste una y otra vez en que TRIZ nos ha desvelado el modo en que los seres humanos resuelven problemas, de ingeniería, de marketing, de gestión de empresas, de educación, de la vida cotidiana... Con toda seguridad, Ud. querida lectora, querido lector, tiene problemas únicos, que ningún otro ser humano ha tenido jamás, seguro que trabaja en un campo profesional muy peculiar, con características únicas, que hace inservible cualquier procedimiento general. Pero, ¿a cuántos de sus problemas personales o profesionales se aplican estas afirmaciones? ¿A todos? ¿seguro que no tiene ningún problema que ya han tenido cientos de seres humanos con anterioridad? ¿que no se enfrenta a contradicciones que ya se han resuelto en otros campos del saber, en otros países, en otras vidas? Desde luego, sólo hay una persona en el mundo llamada Tajay Gayle que en el año 2019 lograra una marca de 8,95 metros en salto de longitud. No hay nada que TRIZ pueda aportarle en este sentido. Pero, si Gayle quisiera acercarse al récord mundial de salto de longitud, ¿no se enfrentaría al mismo problema que nuestro ingeniero, que quería fabricar un motor más potente que no pesase más? De hecho, ¿nunca ha tenido el problema inverso, conseguir bajar unos kilos sin quedarse como sin fuerzas, sin energía? A esto, precisamente, se le llama el “prisma TRIZ”: buscar una formulación general para nuestro problema y lograr entonces su encaje con uno de los modelos de problema reconocido por alguno de sus protocolos. De un modo inmediato, TRIZ nos conducirá a una de las soluciones generales que a lo largo de las décadas, inventores de todo tipo han dado a ese problema de carácter general. Todo cuando tendremos que hacer entonces consistirá en adaptar esa solución general a nuestra situación concreta y nuestro problema habrá desaparecido.

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