Hace relativamente poco, el eximio antropólogo Ian McMarrashow, de la Johannes Mastropiero University of Pasanena, ha hecho público los sorprendentes hallazgos de su convivencia durante quince años con los habitantes de una remotísima zona del Amazonas uruguayo. En su libro (Fifteen Years in the Ass of the World), McMarrashow cuenta cómo, entre picadura de insecto y picadura de insecto, entró en contacto con tres pueblos, los dan, los ran y los pronastei, que poseen la sorprendente característica de dejar registro escrito de sus respectivas lenguas. Para ello usan unas tablillas obtenidas de un árbol muy abundante en la zona, el áyamot.
Los dan inscriben en sus tablillas cuatro signos. Con ellos codifican las largas palabras-oraciones que configuran su idioma, bastante pobre fonéticamente hablando. En realidad, el sistema gráfico de los dan es casi un lenguaje especializado, pues codifica únicamente instrucciones. Tal y como lo explica McMarrashow, podríamos decir que la unidad mínima de significado para los dan es una instrucción. Si tomamos por caso "clava cuatro estacas formando un cuadrado", esta instrucción vendrá representada por una sucesión de los cuatro signos gráficos de los dan, que no tendrá ningún parecido aparente con "clava cuatro estacas formando un rectángulo". No obstante, no debemos confundir una instrucción con una tablilla. Un buen número de ellas pueden ser leídas de derecha a izquierda o de izquierda a derecha y comenzando por diferentes puntos en la sucesión de signos. Cada una de esas lecturas corresponde a una instrucción diferente, con lo que una misma tablilla puede contener varias instrucciones. Algunas de esas instrucciones parecen tener un cierto aire de familia, pero otras pueden ser heterogéneas a primera vista.
McMarrashow calcula que los dan manejan algo así como 23.000 tablillas diferentes aunque es obvio que en sus quehaceres necesitan muchas más instrucciones. De todos modos lo más sorprendente de todo es que los dan suelen atar sus tablillas de instrucciones a largas ristras de tabillas en las que no parece decir nada. Las explicaciones que los dan le dieron a McMarrashow de este proceder no le sirvieron para aclarar mucho la cosa, pero cuando él mismo creó una ristra de tablillas todas ellas conteniendo una representación gráfica de instrucciones, los dan le dijeron no entender qué ponía allí. McMarrashow postula que la larga ristra de tablillas sin sentido aparente oculta una sucesión de metainstrucciones que aclaran para qué sirve cada tablilla, dónde está y cómo debe leerse en cada caso. De momento no parecer haber datos para confirmar esta hipótesis.
Los ran utilizan tablillas muy semejantes a los dan, de hecho, comparten con ellos tres de los signos que utilizan aquellos, aunque hay otro que no utilizan nunca y en su lugar usan uno propio. Tampoco tienen la costumbre de atar sus tablillas, de modo que siempre tienen clara la dirección en la que se tiene que efectuar la lectura. Lo sorprendente es que leen los signos de tres en tres. Cada tríada tiene significado independiente. Con ello estamos más cerca de nuestra manera de entender las cosas. Si para los dan el significado de una tabilla es la instrucción que en ella se halla contenida, para los ran cada tríada representa una unidad mínima. Estamos, sin embargo, lejos de nuestro sistema gráfico. Hay, por ejemplo, diferentes tríadas para significar "leu", todas las cuales difieren una de otra en sólo una posición.
El caso de los pronastei es bastante diferente. Como los dan, tienen la manía de unir unas tablillas con otras formando largas ristras, pero, a diferencia de los otros dos pueblos, en sus tablillas no hay nada escrito. En lugar de escribir signos en ellas, los pronastei les hacen muescas. Los tipos de muescas que con más frecuencia se usan son 20. Lo más sorprendente de ellos es que, apenas han terminado su ristra de tabillas, engarzan las muescas unas con otras dando lugar a una estructura tridimensional, una especie de pictograma espacial. En realidad, mientras uno va uniendo las diferentes tablillas, otro le va dando su forma tridimensional. Teniendo en cuenta que algunas de estas ristras contienen hasta 500 tabillas, no cabe duda de que los pronastei deben tener algún truco para saber cuál es el plegado correcto. No obstante, McMarrashow no ha conseguido penetrar mucho en el proceso. Para los pronastei las diferentes tablillas con muescas carecen de significado, la propia ristra de tabillas carece de significado, sólo a la conformación tridimensional le adjudican un significado, de hecho, es la representación gráfica de una letra, una palabra o un concepto. De la riqueza léxica de los pronastei da cuenta que McMarrashow afirma haber visto no menos de 486.000 pictogramas tridimensionales diferentes, aunque está seguro de que hay muchos más. Por comparación, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua no llega a las 90.000 entradas.
Y ahora viene la gran pregunta ¿hay algún modo correcto, es decir, fiel y legítimo para traducir los textos de los dan en textos de los ran y/o de los pronastei? ¿es concecible que pueda traducirse un texto de un código de cuatro signos en otro de veinte? ¿existe alguna manera de pasar de palabras-instrucción, a palabras formadas por una sucesión de tríadas de signos, a palabras representadas tridimensionalmente? ¿alguien que sólo concibe que pueda tener sentido una instrucción puede ver el mundo como alguien que sólo le asigna sentido a estructuras tridimensionales? ¿existen en el mundo dos lenguas que puedan ser más heterogéneas que la de los dan, los ran y los pronastei? ¿acaso viven estos pueblos vecinos en mundos diferentes? ¿son sus culturas inconmesurables? La respuesta más sensata a todas estas preguntas es: ¡a quién demonio le importa! ¿¡para qué demonios ha querido alguien alguna vez tener una traducción perfecta de un texto!? ¿qué rayos puede ser "una traducción perfecta"? ¿una traducción término a término? ¿de qué disparatada mente ha salido la idea de que eso es lo deseable? Precisamente porque en ningún momento se ha considerado conveniente una traducción fiel, literal, término a término, los textos de los dan y de los ran se han venido traduciendo entre sí desde hace millones de años y, prácticamente desde la misma fecha se han venido vertiendo los textos de ambos en el idioma de los pronastei. De haber sido perfectas, fieles y equivalentes término a término estas traducciones ni Ud. ni yo estaríamos vivos ahora mismo porque lo que acabo de describirle es la estructura del DNA, el RNA y las proteínas.