Llevo toda mi vida ligado al mundo de los estudios, por tanto, es comprensible que el verano sea mi época del año favorita. Reconozco, no obstante, que tiene sus inconvenientes. Uno de ellos es que el calor dilata las cosas, incluyendo las sinápsis, con lo que se debilita la estructura del cerebro, como suele decirse, se reblandece. El resultado son las alucinaciones veraniegas. Algunas son pasajeras, por ejemplo, los ovnis o el monstruo del Lago Ness, típicos fenómenos del estío. Otras son más graves, ¿quién no se ha enamorado en verano? El fenómeno no sólo se produce a nivel individual, ocurre también con las instituciones. Hay que entenderlo, todo el mundo quiere coger vacaciones más o menos en las mismas fechas, así que la empresa o algún departamento, queda en manos del becario. Becario, por otra parte, que empezó a trabajar una semana antes de hacerse cargo de todo. A veces, la culpa no es del becario. Uno se va a la playa y con el Sol, la arena, el mar, el tinto del verano, las fiestas del pueblo y esas inocentes reuniones de amigotes que acaban con alguien tatuándose “amor de madre” en la frente, vuelve que, más que de las vacaciones, parece que regresa de la guerra de Vietnam o de Marte, sin recordar siquiera cuál era su mesa.
Si creen que estoy exagerando, no tienen más que mirar las últimas recomendaciones del FMI para crear empleo en España. ¿Que cómo acabar con el paro? Muy fácil, se le recorta un 10% el sueldo a todos los trabajadores y listo. La idea es lo suficientemente estúpida como para que las autoridades europeas la hayan acogido con entusiasmo. Afortunadamente, una de las pocas ventajas que tiene ser español es que se aprende a mantener la cabeza fría aunque el termómetro marque 48ºC a la sombra. Gobierno, sindicatos y empresarios (con la boquita pequeña) se han lanzado en bloque a decir que ni de coña. Hay motivos para ello. Comencemos por hacer las cuentas como las ha hecho el FMI. Recordemos, el paro es España ronda el 30%. Supongamos que una empresa tiene diez empleados, cada uno de los cuales cobra 100€. Ahora le quitamos el 10% a cada uno de ellos y, según el FMI, con ese dinero podremos contratar... ¡¡¡Tres empleados!!!
Bueno, bueno, no hay que exagerar. A lo mejor no es que se le esté pagando un sueldazo de mareo a unos imbéciles que no saben ni dividir. A lo mejor es que la propuesta era para mejorar la tasa de paro. Veamos, a una economía que lleva ya tres meses sin ir a peor, le retiramos, de golpe y porrazo, el 10% del poder adquisitivo de todos los trabajadores y el resultado será... ¿Que la economía crecerá hasta el punto de animar a los empresarios a contratar más gente? ¿No habrá una contracción brutal de la demanda? ¿no generará eso un empeoramiento de la situación de todas las empresas y, por tanto, más crisis, más quiebras, más paro? Imaginemos que en el FMI no trabajan cerebros reblandecidos por el calor, ni imbéciles a prueba de cambios climáticos. Imaginemos que, efectivamente, han realizado cálculos exactos que llevan a la conclusión de que la economía mejorará y el paro disminuirá. Aún en este caso, es seguro que hay un factor que no ha entrado en sus cálculos.
Como creo que ya he explicado alguna vez, en EEUU o en Japón, cuando surge la crisis lo primero que hacen las empresas es desarrollar nuevos productos o nuevos modos de elaborar los ya existentes. Después buscan nuevos mercados. Después racionalizan los gastos de la empresa. Finalmente, se redimensionaliza su tamaño (dicho en plata, se echa gente a la calle). En España, la primera medida que se toma ante la crisis es mandar a todo el mundo a la calle. A continuación se les explica a los que quedan que o bien hacen el trabajo de todos los despedidos por la mitad del salario o bien la empresa se cierra. Finalmente, transcurridos seis meses en que los beneficios empresariales no alcanzan los niveles de antes de la crisis, se cierra de todos modos. ¿Qué ocurriría si la propuesta del FMI se pusiese en marcha? Simple, los beneficios empresariales aumentarían un 10%, que sería empleado en contratar nuevos trabajadores... Un año de estos, cuando la economía remonte.
En fin, mientras escribía estas líneas, he llegado a la conclusión de que mi supuesto inicial era erróneo. La razón por la cual el FMI ha lanzado semejante propuesta, no es el reblandecimiento del cerebro de sus integrantes, ni su imbecilidad permanente. La razón, la verdadera razón, es que FMI son las siglas de Fumamos Musssha Ierba.