Hubo una época en que el primer número de un periódico incluía una pomposa "Declaración de principios". Con el paso del tiempo, la "declaración de principios" se convertía en una "declaración del principio" que poco o nada tenía que ver con lo que acababa siendo la publicación. Aquí dejo, pues, la mía, con la esperanza de que no me ocurra lo mismo.
Uno de los tópicos habituales es acusar a los filósofos de vivir en una torre de marfil, desde la cual describen un mundo ideal y maravilloso pero poco real. Ésta es una acusación muy frecuente por parte de quienes tienen un contacto escaso o esporádico con la filosofía. Quienes la conocen más de cerca saben que la mayor parte de los filósofos fueron personas muy implicadas en el devenir de los acontecimientos de los que fueron coetáneos. Muchas de sus contribuciones son respuestas a problemas reales que observaban en el vivir de cada día. Personalmente no creo que un blog sirva para hacer filosofía o, al menos, no filosofía pura. La filosofía tiene sus tiempos, necesita decantarse poco a poco, está alejada del shopping on speed. No creo que se puedan hacer aportaciones filosóficas o, por lo menos yo no puedo, diaria o semanalmente. Sin embargo, hay un aspecto de la filosofía, su lado práctico, el ligado a la ética y/o la política que puede casar, o esa es mi intención, con la dinámica bloguera. Dicho de otro modo, sí ya soy lo suficientemente viejo como para que el comentario político me interese.